No se me asusten ustedes de entrada a causadel título: lean y luego decidan qué conviene hacer. Es siempre prudenteconocer para luego echar a correr en la dirección más provechosa, si sonoptimistas, o la menos arriesgada, si ustedes son pesimistas.
Antes de seguir con el duelo anunciado alprincipio, quiero explicar el sentido que le doy al término estado. Para lo que quiero explicar (ysólo para eso) debe considerarse estado no solo las instituciones políticas yadministrativas, sino también la sociedad, las instituciones sociales yeconómicas que no son aparato de estado en sentido estricto. Incluso añadiríala moral ciudadana, la cultura colectiva, el sentimiento social mayoritario, eltratamiento a las minorías. Creo que ya me deben entender y aquí dejo estacomplicada relación.
La crisis ha puesto patas arriba la economía,ésta ha trasladado su batacazo mayúsculo a la política, que se ha vaciado delos ejes mayores como son el consenso, el debate, las decisiones colectivas yel respeto a las opiniones ajenas. La crisis también ha puesto encima de lamesa unos defectos históricos de los aparatos de poder españoles, la falta deeficacia, el poder de lo que ahora llamamos lobbys, el nulo respecto a los acuerdos, incluso los refrendados porley, incluso ley fundamental. La escasez de valentía política y de patriotismoverdadero.
Ha aflorado la incapacidad de las élitesdirectivas empresariales, su avaricia y su capacidad acomodaticia a losprivilegios. Su falta de respeto fiscal, su nula capacidad de solidaridad y departicipación real en la sociedad.
Una gran parte del periodismo y la culturahan abandonado cualquier representación real de lo que acontece, todo lo más sesirven de un relato radiofónico de las notas de prensa o de la apariencia másinmediata de lo que sucede. Sin más intervención explicativa. Lo que deja enmanos de los productores de noticias la exclusiva de lo que es.
El tamaño del despilfarro público en obras einfraestructuras que poco o nada aportan a la colectividad y si mucho a lapolítica más barriobajera es enorme. El abandono de las inversiones que generaneconomía, que conectan territorios y que nos introducen en el mundo esapabullante. La dejadez del futuro, en términos de educación y formación, deinvestigación y desarrollo, de integración profesional, etc. es algo queenmudece al más gritón.
No es sólo la derechona la que ejerce de estemodo, el mal se extendió y existe en otros ámbitos que creíamos más cercanos alas necesidades colectivas.
La justicia se ha convertido en el paradigmade la displicencia. El presidente del consejo del poder judicial debe renunciara un viaje sin objetivo, simplemente porque otro juez con cierta medida de loslímites le ha apuntado con el dedo. Lo curioso es que el juez ha dicho que nocelebrará el viaje. Expresión huidiza de su propia derrota. Para qué citar elpozo purulento que el acoso al ex juez Garzón ha puesto en evidencia. Inclusosu protección debe de ir a pie o en autobús. Es el reconocimiento a la faltatotal de estado de derecho.
Las últimas decisiones gubernamentalestocantes al perdón, caídas previamente a la semana santa, como corresponde a unestado que siempre ha hecho dejación de su soberanía frente a la religiónoficial, corresponden a dos ladrones provinentes de Catalunya y a otros muchosde raíces diversas especializados en dinero negro y en la evasión de impuestos.El gobierno ha transformado en pútrida la aplicación del perdón en días santos.Y su presidente huyendo por los pasillos, camino de la puerta de atrás en lamás famosa espantá que se recuerda enel Parlamento. ¿Se imaginan ustedes a don Winston Churchill o a don Charles deGaulle buscando afanosamente la puerta trasera para no dar la cara? Es la cobardía de Mariano Cañí.
El paradigma de los intereses propios,personales, familiares, de clan, está en las portadas de los periódicospublicando nombramientos y sueldos que son la antítesis del recorte para otrosque aplican políticos y banqueros.
Los presupuestos para este año, que nodeberían llamarse tales, puesto que no han supuesto previamente nada, nosllevan a lastrar a nuestra sociedad con un millón más de parados, sin que lafábrica de la crisis, los bancos, los banqueros, hayan sufrido ni el 1% de lo quedebieran. Algunos incluso han sido perdonados por el gobierno terrenal, los máshan recibido lo que para la salud y la educación de los ciudadanos necesitamos.
Se anuncian grandes negocios sobre lapropiedad pública, sobre los servicios públicos. Las voraces bocas delcapitalismo financiero están preparándose para tragarse todo aquello por lo quelos ciudadanos han trabajado y han construido.
Nadie es capaz de cumplir lo que dice en elmundo de la política y de la economía al mando. Se hace gobierno negando lo queen la fase electoral se negó y no en piezas de relleno, sino de caza mayor. Elengaño político campa a sus anchas con una desfachatez que rasga no solo lasvestiduras y la túnica sagrada sino que destruye la moral, la ética, elespíritu social, la vecindad.
Nos dicen que sino claudicamos que sinoaplaudimos será peor. Que cualquier alternativa nos llevará por el camino deGrecia, hacia el suicidio de los que todavía poseen alguna dignidad y ladestrucción de todo lo demás. Hemos de ser devorados por los leones y aplaudirla escena.
No queda mucho por hacer. Al menos no muchoen qué pensar. En todo caso queda mucho por hacer y poco tiempo para llevarlo acabo.
Lluis Casas atacado por la fiebre primaveral.