El Partido socialista francés ha ganado las elecciones: un temperado François Hollande le ha ganado la mano al ubicuo Sarkozy. Y algo más: las políticas neoliberales tienen a partir de ahora una cierta interferencia en Europa. Lo es por el peso específico de ese gran país en su economía y demografía, en su peso político. De ahí la importancia de los resultados de estos comicios presidenciales.
Importancia, además, para la izquierda europea, que en esta ocasión tiene un notable punto de referencia. Posiblemente habrá algunos que, en el calor de las obligadas celebraciones –yo ahora mismo alzo mi copa de cava-- se precipitarán hablando de “un cambio de ciclo”. De momento, y hasta más ver, nosotros seremos más templados. Ojalá, desde luego. Pero ello no empece la alegría, la estima y la consideración por tan significativa victoria. El cambio de ciclo se dará, en todo caso, cuando las fuerzas de izquierda saquen las pertinentes conclusiones de este proceso francés y lo sepan explicar a las sociedades civiles europeas.
Por lo menos en España estamos en mejores condiciones para iniciar esa reflexión en todos los intersticios de las izquierdas. Primero fue Andalucía y, ahora, Francia. Sobra, pues, cualquier tipo de desazón. Nos falta una chispa –sólo una chispa— de entusiasmo inteligente. Las luces de Francia y las candelas de Andalucía brillan.
Radio Parapanda. LA CIUDAD DEL TRABAJO (BRUNO TRENTIN)