Aprovecho que hoy es martes para presentarles mis excusas. Apology en inglés, que es más fino actualmente. Y se las presento como síntesis de unas cuantas (demasiadas) chapuzas producidas por lo que podríamos llamar el paradigma del escribiente rápido, o, más teologalmente, falta de corrección y revisión de lo escrito. Afortunadamente, la mente digital ha previsto el sistema de corrección, que no evita chapuzas en la transposición del razonamiento, pero que pone a salvo al lector respecto a lo más básico, las faltas ortográficas. Todo con ciertas limitaciones, que no me hacen avergonzar, puesto que también las encuentro en sesudas publicaciones de eminentes editoriales. Supongo que coincidirán conmigo al respecto al albur de su propia experiencia.
Es lo que tiene la nueva forma de comunicación, te la chifla si falta una x o sobra una ele. De hecho tenemos un nuevo lenguaje en manos de los jóvenes bárbaros que se envían mensajes para nosotros totalmente crípticos (es probable que para ellos también, aunque no lo reconocerán nunca). El asunto llega a provocar la existencia de mecanismos neuronales que velan literalmente las chapuzas a los ojos o los dedos del escribidor. Cosa que honradamente nunca hizo quien inventó el término. Pero así son las cosas de la prisa y, todo hay que decirlo, del cabreo con que uno escribe a menudo hoy en día. I am sorry, que algunas veces decimos en Parapanda.
Sirva eso para hacer acto de contrición respecto al pasado y para comprometerse, solo comprometerse al estilo de los confesores católicos, para el futuro. Se hará lo que se pueda.
El introito me sirve para situarme en el caos gubernativo que la crisis está produciendo día a día, pero que hoy llega, si no a la máxima potencia, a limites rigurosamente depresivos. Les relataré cosas que ya saben, pero que juntándoles crean un mundo en el que el raciocinio queda patidifuso y alelado.
Uno, sus ministros económicos (porque míos no los considero, no sabría qué hacer con ellos), están planteando que frente a las dificultades para cumplir sus compromisos merkelianos y obtener, por fin, algunas dádivas con exigencia de devolución para los pobres banqueros, van a subir el IVA. Eso es cosa hecha, falta a día de hoy, la forma concreta que adoptará esa amenaza, puede ser una subida general apoyada en la referencia europea (somos los que tienen el IVA más bajo) que utilizan los que están al timón para justificar lo que les viene en gana, haciendo maniobras para que no se les vea el inmenso plumero en cuanto se comparan, para lo que les conviene, con nuestro marco de referencia. Puede también, que de acuerdo con el pensamiento mágico propio de la derecha recalcitrante, suban el IVA de los productos básicos, de modo y manera que la redistribución de rentas que el impuesto comporta cargue contra el consumidor que no llega a fin de mes. Puede que sean las dos cosas, de forma que nuestra integración europea en términos de coste fiscal indirecto se vea actualizada de golpe (y nunca mejor dicho) y porrazo.
Lo curioso del caso es que una subida del IVA va a contraer más el consumo interno. Verdadero eje de las dificultades de recuperación económica y de reducción de la recaudación fiscal. De modo que podemos encontrarnos dentro de unos meses con que el PIB se adelgaza un poco más, el paro engorda algo y los ingresos fiscales de reducen. La síntesis es, agárrense, un crecimiento del déficit, que era lo que querían corregir. Una operación que cuadra con el conjunto del pensamiento de derechas.
Como comentario final, sugiero con toda la humildad del mundo que los hacendistas gubernamentales se fijen en los sectores que no pagan impuestos o que los pagan en proporción absolutamente inversa a sus rentas o propiedades. Lógicamente en ese caso también se reduciría el consumo, pero afectaría más bien a las fábricas de BMW, Mercedes o Audi. Como ven todas exteriores al suelo nacional y además germanas.
Dos. Con el IVA aparece de nuevo el gran culpable de la crisis, el trabajador público, al que amenazan con alargarle el horario (se entiende que sin retribución añadida). La medida está pensada para poder despedir a los interinos, dado que los funcionarios de carrera se ocuparán de los asuntos que estos dejen pendientes. Por otra parte, entre el funcionariado (mejor dicho entre el trabajador público) se ha impuesto en algunos territorios la reducción horaria con el recorte salarial y la imposibilidad de permanecer activo más allá de los 65 (cosa contradictoria con la nueva ley de jubilación). La mirada ministerial respecto a sus trabajadores se corresponde con la que tenían en el 1900, cuando los trabajadores públicos eran gente de manguito y de porra exclusivamente. Hoy en día, eso ya no existe (excepto la porra ligeramente modernizada y con escudo) y el trabajador público en un porcentaje enorme es sanitario, empleado social, educador y un sinfín de profesiones que en el entonces que está en el cerebro ministerial eran no solo impensables, sino inexistentes. La conclusión es obvia, será un nuevo recorte a las prestaciones de bienestar por una nueva vía. Iremos al centro de salud, en donde solo quedará un médico con un horario de 24 horas. O tendremos clases de 200 alumnos con un sólo profesor que estará todo el día y la noche, cuando los alumnos, las familias, los centros educativos y los gobiernos regionales están optando por horarios compactos.
Tres. Queda el paquete gordo que permanece discretamente aislado, pero al que se le acerca paulatinamente el mazo. Me refiero a las pensiones. Estas son el punto G de los recortes. Tocarlas supone quedarse desnudo de capacidad política. Pues bien, agárrense a los machos, si los tienen disponibles, porque por ahí también irá la cosa. Tal vez esperen a pleno mes de Agosto o a que los “mercados” les digan de nuevo (por enésima vez): “Nanos, l’heu cagat”. Sabido es que los mercados tienden a pensar que si creces pagas y que si te contraes eres objeto de especulación.
Bien, ahí queda eso en pleno Martes, para que tengan tiempo durante la semana para reflexionar y hacer sus cuentas, el IVA puede ser un 3% o un 4% más. Porcentaje no despreciable cuando ya se está al límite. Yo de momento he adquirido, por si acaso, leche y berenjenas para seis meses.
Lluís Casas, acumulador de existencias. Profesor de la Parapanda SchollTalabartery.