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José Luis López Bulla LA CANCIÓN DE GESTA DE NUESTROS MINEROS
José Luis López Bulla




La marcha de los mineros parece que ha sorprendido a más de uno. Desde luego, no pocos se habían instalado en que estos tiempos --fríos, tecnocráticos e insolidarios, decían con cinco duros de ideología de calderilla--  habían sepultado (o casi) la cuestión social y sus vínculos con la solidaridad transparente. No faltaron tampoco quienes arguyeron que las grandes transformaciones en curso había dejado para el arrastre lo que el maestro Romagnoli refiere como el “trabajador de manos callosas”. Y, desde estaciones de esquí más variopintas, ciertos serviolas refirieron que nuestras sociedades habían entrado en lo que Gramscicalificó de “revolución pasiva”. Y como no estuvieron atentos a las características de la movilización sostenida que, desde hace dos años, tiene lugar en España y Europa, no podían más que sorprenderse de la “insólita” movilización de los mineros. Y, sin embargo, la leyenda minera reaparece, desmintiendo visiblemente a toda una serie de rancias cofradías que teniendo ojos y oídos no querían oír ni ver lo que tenían delante de sus narices que, tampoco, olían absolutamente nada. En resumen, al igual que “una casa portuguesa es con certeza, es con certeza una casa portuguesa”, según dejó cantado Amalia Rodrígues, los ciegos y sordos de babor y estribor, no se dieron cuenta que “la cuestión social es con certeza, es con certeza la cuestión social”. Que no está sumergida, sino aflorada en una amplia proporción.

Tengo para mí que tendríamos una comprensión limitada si sólo percibiéramos la marcha minera (perdón, las marchas mineras de asturianos, leoneses y aragoneses) en clave de canción de gesta.  Por supuesto que lo es; es más pienso que se necesitan grandes plumas para relatar qué ha sucedido en todos esos itinerarios hasta Madrid, incluso en clave de chanson de geste.  Pero hay algo más, a saber: la relación de esa movilización con las reivindicaciones de los mineros; la elaboración del cuaderno alternativo que les guiaba, la relación con amplísimas capas de la población; y la adhesión de estas al conflicto, el papel de algunos ayuntamientos y el apoteósico recibimiento madrileño.  Abro un interesado paréntesis: ¿hasta cuándo se verá a Madrid como un saco donde, de manera indiferenciada, se medirá a todos a través de un interesado y tosco rasero donde, según ellos, están los de arriba, los de abajo y los de en medio? Cierro el paréntesis.

¿Canción de gesta? Claro que sí. Pero relacionada con los argumentos que explicaba sobriamente Darío Díaz Alvárez en  EL PORQUÉ DE LAS PROTESTAS MINERAS; vinculada a las reinvindicaciones de ese colectivo;  y estableciendo el proyecto inmediato para la salida, lo máximamente exitosa, de ese conflicto social. O, lo que es igual: convertir ese merecido entusiasmo en proyecto. Un proyecto que tiene enfrente (y en su contra) al Gobierno, y a su favor un océano de personas de carne y hueso que, con su solidaridad transparente, están con la utilidad de la minería y de quienes viven, directa indirectamente de ella.    


  
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