Soy totalmente contrario a la iniciativa que ha puesto en marcha un conjunto de organizaciones con la consigna Ocupa el Congreso el día 25 de Septiembre. No debo ir excesivamente descarriado cuando el mismo Movimiento del 15 de Mayo se desmarcó ayer de dicha convocatoria.
Justamente cuando amplísimos sectores de la sociedad española están en un proceso de movilización sostenida, convocados por organizaciones y movimientos que tienen nombre y apellidos, de viejas y nuevas genealogías, aparece una propuesta, de la que hasta ahora, no se responsabiliza nadie en concreto, para el día 25 de Septiembre. Justamente diez días después de la marcha a Madrid que han convocado los sindicatos junto a más de doscientas organizaciones, todas ellas sin antifaz, a cara descubierta.
La pregunta inquietante es: ¿por qué aparecen estas interferencias cuando las movilizaciones están en pleamar? ¿y por qué con ese anonimato? Un anonimato que, además, propicia que a ese banderín se enganchen organizaciones de extraño pelaje ultraderechista que ya no aparecerán como infiltrados en tal acción sino en tanto que copartícipesde una extraña sopa de calandraca. Que nadie lo dude: el hombre que se llamaba Jueves aparecerá haciendo de las suyas. Para más señas lean, pues, la novela de Chesterton El hombre que fue Jueves.
Con las movilizaciones en curso hay la hipótesis de corregir esta situación, siempre y cuando la acción de masas tenga un escenario europeo. Pero con la aparición de situaciones confusas está la certeza de la confirmación de la derrota. La historia es bastante tozuda en estos casos. Especialmente cuando los objetivos a conseguir no cuentan con las formas de presión adecuadas. Por no decir que, además, son fuente de rompimiento de unidad en la acción.
De momento, la resonancia mediática del 25 de Septiembre está oscureciendo la convocatoria del 15 de Septiembre.
