Homenaje a José Gallego, grafitero de mi quinta.
Querido José:
Ayer leí tu odisea en las informaciones que daban algunos medios, profusamente reproducidos en eso que llaman las redes sociales. Hoy he vuelto a verlo en Un grafitero de 72 años contra el franquismo. Lo primero que quiero decirte: estoy contigo sin ningún tipo de reserva y es algo más que una sospecha que centenares de miles de personas piensan exactamente igual, incluso aquellos que nunca hubieran dado ese paso.
Me imagino tu calvario: aguantando quina durante tantísimos años a la espera de que se diera la orden de quitar la simbología franquista que todavía perduraba en la iglesia de tu pueblo, Aspe (provincia de Alicante). Me imagino también la esperanza que provocó en ti la Ley de Memoria Histórica. Pero los símbolos se mantuvieron porque el calzonazos --o tal vez un zorrocloco-- del alcalde (dispensa el tono, José) no quiso coger la escoba. Así que, harto de esperar y desesperar, agarraste tu escalera y, cual chavalillo, te pusiste manos a la obra. Te prometo, bien lo saben los que me conocen, que si yo lo hubiera sabido, te hubiera acompañado para, por lo menos, sujetar la escalera.
Querido José: tienes toda la razón del mundo. Después de tanta espera, y con la ley en la mano, a veces es oportuno tirar por la calle de enmedio. Incluso yendo a contracorriente de los tres grupos municipales que están representados en el ayuntamiento: no los menciono porque dos de ellos me dan vergüenza. Tampoco, por respeto a ti quiero reflexionar sobre algunos comportamientos vergonzosos, cuando lo son y allá donde lo son, de nuestras izquierdas.
Déjame decirte que eres para un servidor lo que Thomas Mann llamaba “hombre de gran formato”. No te has arredrado por la soledad de tu constante reivindicación ni te has dejado llevar por el abatimiento y, considerando que la ley estaba de tu parte, has procedido con aquella ética con estética que tanto reivindicaba nuestro amigo de ideas y comportamientos, José María Valverde. Permíteme, pues, considerarte y llamarte amigo.
Te abraza desde la distancia geográfica y vecindad de compromiso, José Luis
