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José Luis López Bulla SUICIDIOS Y DESAHUCIOS
José Luis López Bulla

El plutócrata leyó la noticia –según dijo, lo hizo en diagonal--  y, sin pestañear, siguió adelante. Ni siquiera una mueca. Un librero del barrio granadino de La Chana se había ahorcado cuando se apercibió de que iban a desahuciarle. Domingo se llamaba y tenía 53 años.

El político termidoriano abrió el periódico y se encontró con la noticia que leyó fugazmente: Manuel, un ciudadano de Burjasot (Valencia), viendo que se acercaba el comando del desahucio, le da un beso a su hijo y se tira por el balcón. El político se interroga: ¿a quién votó ese tío, si es que lo hizo? Tras lo cual introduce el brioche en el chocolate y a otra cosa, mariposa. Tampoco, como el plutócrata, se sintió concernido. Como tampoco lo estuvieron ante los centenares de miles de desahucios que se han producido en los últimos tiempos.

Como dato macabro, los sucesos de Granada y Burjasot se producen el mismo día que la Comisión de la Competencia informa que el 99 por ciento de las ayudas públicas en España se han dado a la Banca. Que, como aquel animal dantesco, conforme más come más hambre tiene.  

¿Qué hacen lospolíticos?, afirman –unos sabiendo lo que hacen, otros ignorantemente desparpajados— con cara de pocos amigos. Yo sé lo que hacen los políticos. Y os lo voy a decir, so majaderos. La mayoría de ellos mantienen una inicua ley de 1909 que está haciendo estragos en estos tiempos y que empieza a segar vidas humanas. Son los que rescataron a la Banca, la que principió el gran desbarajuste. Y hubo unos, los menos, que se tomaron las cosas a pecho, como corresponde. Entre ellos, Joan Coscubiela y su grupo parlamentario, Izquierda Plural. Que removieron Roma con Santiago para cambiar la ley y algo más. Pero los otros, ya se sabe, les enviaron a la mierda. No sea que la Banca (y Mister Parné)  a quienes rescataron, les miren malamente. Y, sin embargo, una cazurra oclocracia mete a Coscubiela en el mismo saco que a los responsables económicos y políticos de estas tragedias. Se trata de una actitud nihilista, que tiene profundas raíces, incluso populares. 

Hay que decir que las izquierdas no han reflexionado sobre ello (al menos suficientemente) empeñadas, tal vez, en no reconocer la existencia de patologías endémicas en la sociedad. ¿Por qué no se hurga por esos territorios de la oclocracia? Por supuesto, no como coartada, sino para investigar toda una serie de comportamientos populares que podrían ser campo de cultivo de aventuras políticas impredecibles.     

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