El obispo Pere Casaldàliga ha tenido que marchar de Sao Felix de Araguaia, el pueblo brasileño que ha sido su casa en los últimos cuarenta años, después de recibir diversas amenazas de muerte. Nuestro amigo, que se ha implicado en la lucha por la devolución de las tierras a los indígenas, ha tenido que marchar por el clima de creciente violencia en la zona. Custodiado por la policía, el obispo fue trasladado el viernes pasado en una avioneta a unos mil quinientos kilómetros de distancia, siendo acogido en la casa de un amigo por cuestiones de seguridad.
Casaldàliga siempre apoyó a los indios xavantes, originariamente propietarios de estas tierras que, posteriormente, pasaron a manos de los terratenientes. Casaldàliga tiene 84 años, ha recibido amenazas de muerte está enfermo de parkinson.
Dentro de poco, según parece, Lula visitará Barcelona. Entiendo que las organizaciones y personalidades que se entrevisten con él deberían plantearle muy seriamente el problema. Y, por supuesto, sería cosa de que las organizaciones sindicales españolas se dirigieran a los sindicatos brasileños para que tomen cartas en el asunto.
Y a don José Ratzinger le digo: Caballero, haga algo de provecho.
