El Fondo Monetario Internacional invitó a sus siete mil empleados a una cena pantagruélica para celebrar las navidades. El coste del banquete superó los 500.000 dólares (380.000 euros) según algunas fuentes, aunque en el FMI insisten en que la minuta conjunta se quedó en 265.000 euros, precio de amigo (1). Me imagino la cara que habrá puesto Pietros Márkaris cuando se haya enterado de esa pitanza colectiva. Y por ver, estoy viendo la cara de la señora Lagarde, que tiene pinta de calvinista, diciendo: ¿a qué vienen esos asombros, no lo hemos hecho toda la vida, acaso don Rodrigo Bankia no lo hizo también cuando ocupó mi puesto?
El menú de la parranda tiene su interés porque algunas autonomías españolas tuvieron su representación: las papas bravas (de marcado acento carpetovetónico), las gambas de Palamós (do se demuestra que no hay ningún contencioso entre el FMI y la Generalitat de Catalunya), el jamón de Jabugo (emblema de la patria de Eduardo Saborido), la ensalada de la huerta del Segura (aquella que cuando ríe una huertana resplandece de hermosura toda la vega murciana), chorizos (ya sean metafóricos o reales) de todas las comunidades autónomas, y la sin par paella valenciana en claro homenaje a la gestión financiera del trío Zaplana, Camps y Fabra. Y ostras, de las que no conocemos su procedencia. Un detalle que ignoramos son los vinos, ¿fueron ninguneados los vinos de Rioja, los de la Riberadel Duero, los de virilidad probada como Jumilla? Denunciamos esta falta de transparencia. En todo caso, hecha esta excepción podemos afirmar que es el triunfo de la marca España.
Así las cosas, es del todo inexplicable que el Rey, en su discurso de ayer, no dijera nada de la potente influencia de España en tan alta institución mundial. Por lo que sabemos, nunca, hasta ahora, se había dado un festín con ese (casi) monopolio de productos hispánicos del que --siempre en la deriva de la austeridad— consideramos que el plato estrella fueron las populares papas bravas, reina madre de las tapas de las tabernas de España. En todo caso, intuimos que –en el caso de haber sido invitadas a la cena las señoras de la limpieza de los retretes— las papas bravas estaban en las mesas de éstas al lado de algunas frascas con el vino que tiene Asunción.