Con esta conversación se acaban formalmente los comentarios sobre el libro Las ocasiones perdidas de Fausto Bertinotti. La referencia de este diálogo es (2) Hundimientos y revueltas
De Paco Rodríguez de Lecea a José Luis López Bulla
Llegamos, querido José Luis, al cierre del librillo que hemos ido comentando, y Fausto lanza en él un mensaje “fuerte” en todas las acepciones de la palabra. Mis sensaciones al traducirlo y al releerlo después han sido contradictorias. Precisando más: estoy bastante de acuerdo con el diagnóstico de la dolencia, tengo mis dudas sobre el tratamiento propuesto, y me irritan algunas cuestiones adyacentes que Fausto deja caer de pasada, en tono de conversación, sin hacer demasiado hincapié en ellas.
Me desconciertan también algunos silencios, sobre todo porque no sé cómo interpretarlos. ¿Te has fijado en que en todo este capítulo, en el que se resumen todas sus propuestas, Fausto no pronuncia ni una sola vez las palabras “sindicato” y “sindicalismo”?
Estoy de acuerdo con él en que la fase actual del capitalismo neoliberal globalizado es incompatible con la democracia. Es más, coincido en que se ha torpedeado la democracia desde todos los ángulos para quebrar el sistema de equilibrios dinámicos concertado a partir de la segunda posguerra mundial entre el capital y el trabajo. Se ha tirado por la ventana el niño con el agua sucia. Y no ha sido por inconsciencia ni por un mal cálculo, sino a sabiendas, de forma consciente y con recochineo. A la diputada Andrea Fabra se le escapó en voz alta en las Cortes, pero todos los fautores de este desastre, en España, en Europa y en el mundo, piensan en el fondo lo mismo: “¡Que se jodan!”
La respuesta de la ciudadanía sólo puede ser una: más democracia contra la economía. Democracia integral, dice Fausto. De acuerdo. Democracia conflictual. De acuerdo también. El límite que no debemos dejar que se sobrepase es el de nuestra dignidad, el de la dignidad de todo lo que vive, de todo lo que aspira a la igualdad y a la libertad. Nada más cierto.
La perplejidad surge cuando Fausto apunta las revueltas como embrión de un poder constituyente objetivamente anticapitalista, objetivamente comunista (cito: «... hurtando espacios enteros al dominio del mercado para conquistar una sociedad de bienes comunes, del común...» La cursiva es de Fausto.) Son argumentos que contrapone a una frase de Pietro Ingrao: “Indignarse no basta.” Y son argumentos que me parecen, y quiero ser especialmente bondadoso y cariñoso con Fausto, de poco peso.
No es Fausto personalmente quien discute con Ingrao; pero hay en sus palabras una réplica sutil a través de la persona interpuesta de un tal Kalle Lasn, promotor del movimiento Occupy. Lasn, nos explica Fausto, diferencia entre la “vieja izquierda”, con líderes y programas, y la “nueva izquierda” de la “generación de internet”, y ve en el choque entre las dos izquierdas la posibilidad de un “salto” positivo en la situación actual. Ojo, no habla de un choque con Wall Street ni con los neocons: de un choque entre las dos izquierdas, subrayo. Kalle Lasn, querido José Luis, es un memo. Napoleón estudiaba cuidadosamente las campañas de Aníbal, y en cambio Lasn no quiere saber nada de las luchas de la “vieja” izquierda de hace tan sólo treinta, cincuenta años. Prescinde de su legado. Borra la memoria histórica. Y propugna un partido sin líderes y sin programa. ¿Qué democracia “integral” vamos a establecer si quien presenta su candidatura ante el pueblo soberano no asume con nombre y apellidos la responsabilidad de sus actos, ni especifica cuáles van a ser éstos? ¿Desde el anonimato de facebook y twitter queremos gobernar? ¿Para no tener que elegir entre la cocacola y la pepsicola? Kalle Lasn es un majadero.
He mencionado la memoria histórica en el párrafo anterior, y quiero terminar reivindicándola. La necesitamos no sólo para saber quiénes somos y de dónde venimos, sino además como guía en las luchas por venir. Por eso quiero recordar aquí y agradecer la hermosa intromisión en nuestra conversación de Javier Tébar, sus palabras tan atinadas y la impagable cita de Walter Benjamin con la que concluía.
Tuyo también, Javier, en la Idea. Paco
De José Luis López Bulla a Paco Rodríguez de Lecea.
Querido amigo Paco, a mí tampoco me ha gustado que Fausto deliberadamente haya ignorado al sindicato en toda su interesante reflexión. Es más, me sentí molesto por su silencio sobre Sergio Cofferati que jugó, en su época de secretario general de la CGIL, un papel destacado como puente entre el sindicato y los movimientos.
Por otra parte, una parte no irrelevante de la literatura bertinottiana es la continuidad de una de los grandes vicios de las izquierdas: se han pasado una considerable parte de sus biografías confrontando, a sang i fetge, el antagonismo existencial entre la izquierda moderada y revisionista y la alternativa sin encontrar qué puntos comunes, qué mínimo común denominador puede haber entre ellas. Mors tua vita mea, que dijo el clásico. Es lo que tú denominas el «choque entre las dos izquierdas». La izquierda alternativa, así las cosas, aparece siempre pura, siempre “en línea”. Pero nunca es capaz de hablar de sus errores. Vale decir que la otra tampoco. En resumen, parece ser una maldición bíblica que las izquierdas nunca hayan tenido un sastre capaz de coser esos retales.
Bueno, ha sido un placer volver a conversar contigo. Vamos a ver qué otra nueva ocasión nos depara volver a pegar la hebra. Tuyo (y de Javier) en la Idea, José Luis.