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José Luis López Bulla CAYO LARA Y BEATRIZ TALEGÓN
José Luis López Bulla

Le estoy dando vueltas a la cabeza para comprender las razones de un grupo de personas que chilló a Beatriz Talegón y al eurodiputado socialista López Aguilar en la manifestación de Madrid que había convocado la Plataformade los afectados por las Hipotecas (PAH). Por cierto, me viene a la memoria cuando el mismísimo Cayo Lara, en los inicios de este movimiento, también fue increpado por una gente similar a la de ahora. No lo consigo entender, y provisionalmente me digo que lo cierto es que no hay razones de ningún tipo para ello.

¿Existe un «reservado el derecho de admisión» en las manifestaciones? Y si es así ¿quién da permiso para poner el cartelillo y quiénes son los sujetos para hacerlo cumplir? No lo hay y no existe –ni debe existir--  grupo alguno que se erija en guardián de la ´pureza´ de sangre de los asistentes a las manifestaciones. Los purasangres son, según se dice, una especie elitista del ganado caballar.

La actitud de estos manifestantes, que finalmente consiguieron que Talegón y López Aguilar abandonaran la marcha, no es sólo sectarismo tabernario sino principalmente autoritarismo auto referencial. Jordi Ribo Flos, un dirigente confederal de CC.OO., apunta a algo más: «No me parece nada bien que Beatriz Talegón fuera agredida por un sector minoritario de la grandiosa manifestación de Madrid. El sectarismo y la antipolítica siempre llevaron de la mano a la extrema derecha … la Quinta columna está en marcha».

Desde luego, no sería gran problema que ese grupo fuera una reata sectaria. En cambio, que fueran «quintacolumnistas» sería asaz preocupante. Porque, si se extiende, contaminaría al movimiento social y lo iría empequeñeciendo hasta la grupusculización.    

Si Jordi Ribó tiene razón hay que convenir que «la sombra de Marcel Lefebvre es alargada». Y también la del Cojo Manteca.  
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