Ahora deberíamos hablar también de la débil respuesta española: se han conseguido grandes avances a través de plataformas cívicas y de ciudadanos/as, sin apenas apoyo de partidos ni de sindicatos, que parecen tímidos o incapaces.
En la calle hay un enorme potencial que ninguna organización “tradicional” está recogiendo, situación que nos llevaría a un escenario más bien a la italiana. En Catalunya sólo veo a la CUP capaz de sintonizar con el sentimiento popular, mientras los demás partidos se pierden en las penosas dinámicas parlamentarias.