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José Luis López Bulla «LA HIDRA DE LA REVOLUCIÓN»
José Luis López Bulla
Se trata de uno de los libros más fascinantes que he leído a lo largo de mi vida de voraz lector compulsivo. Tiene como subtítulo la atractiva coletilla de «marineros, esclavos y campesinos en la historia oculta del Atlántico» y lo edita Crítica con prólogo del maestro Josep Fontana. Son sus autores Peter Linebaugh y Marcus Rediker, catedráticos de Historia en las Universidades de Toledo (Ohio) y Pittisburg, respectivamente.

Aclaro: esto no es una recensión del libro; es un modesto ejercicio de redacción que tiene como objetivo camelarles a ustedes para que se hagan con él. Pero, como es natural, tengo que picarles la curiosidad para justificar aproximadamente mi recomendación. Mientras tanto, el doctor Javier Tébar está preparando concienzudamente un artículo (que publicaremos aquí) con fundamento.

Este libro nos cuenta con pelos y señales una historia oculta: la del primer proceso moderno de globalización que engendró el capitalismo y la resistencia de hombres y mujeres que lucharon durante dos siglos (XVII y XVIII) para preservar su libertad y sus medios de vida. Son personajes ignorados y olvidadas sus luchas, hoy rescatados por Linebaugh y Rediker. Personajes que, en algunos casos, aparecen hoy en algunas leyendas que parecen insinuar que fueron protagonistas de chansons de geste mitológicas como los caballeros de la Tabla Redonda y no gentes de carne y hueso.

Se trata de los primeros andares del capitalismo inglés en ambos lados del Atlántico. De la terrible violencia de masas del capitalismo que, andando el tiempo, se ha autoexculpado de aquella tiranía y ha organizado de manera eficiente su olvido. Una violencia que se apoyaba en la explotación hasta límites insostenibles, en los tribunales de justicia y en la mano de hierro de aquel tiburón de Francis Bacon que ostentaba altos cargos en la dirección política de Inglaterra, la judicatura y –a partir de ahí--  amasó una enorme fortuna; hoy, sin embargo, es recordado como filósofo influyente ignorando sus métodos granujientos.

El libro explica detalladamente la biografía de los movimientos sociales de aquellos tiempos, donde los «leñadores y aguadores fueron la infraestructura del capitalismo comercial». De hombres y mujeres que fueron ahorcados, encarcelados de por vida. Sorprende la cosificación que hizo un personaje de la época sobre aquellos ahorcados como «mercancías inmovilizadas» en una jaculatoria muy apropiada para esos caballeros de misa diaria y otros aparejos espirituales. Es el establecimiento de una relación entre la horca y el capitalismo.

Son los movimientos contra la expropiación de los bienes comunales, la privatización del agua en Londres y el terror contra los tribunales de justicia. Y, a la vez, son agitaciones protagonizadas por mujeres como Sarah Latchett, Martha Simmonds…, no pocas de ellas  acusadas de brujería. Explica además el levantamiento ciudadano del Primero de Mayo de 1640 en Londres de los aprendices y marineros. Ahí es nada: el primer Primero de Mayo de la historia de las agitaciones populares. De ello un servidor no tenía noticia alguna y algunos de ustedes tampoco.

Son movimientos de emancipación estrechamente relacionados con los movimientos religiosos de la época: son «la hidra de la revolución». Bien, confío en haberles picado la curiosidad.
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