Nota editorial. Teo Sánchez, nuestro corresponsal en Brasil, explica lo que está sucediendo por aquellos pagos.
Teo Sánchez
Mi amigo José Luís me ha pedido que escriba sobre lo que sucede políticamente por las calles de Brasil. Una tarea nada fácil pero a un maestro como López Bulla no se le puede dar largas y menos aun cuando me anima diciendo que será publicado en "Metiendo bulla".
Y más que opinar relato lo que pasa escribiendo desde mi condición de hispano-brasileiro con la vida repartida a parte iguales entre Brasil y España.
Tratándose de Brasil la imaginación es siempre un buen recurso, por eso aquí mucha gente define este movimiento como una mezcla del mayo del 68 en París, no porque proponga una insurrección contra el sistema; se le menciona por el amplio protagonismo de los estudiantes y porque los manifestantes reivindican el todo para todos y para ahora.
También hay quién, con humor de protesta, echa mano de otras movidas internacionales e --inspirados en la "primavera árabe"-- lo denominan la "primavera del vinagre" aludiendo a que tal componente culinario fue, masiva y eficazmente, utilizado para hacer frente a los terribles efectos de las bombas profusamente lanzadas por la policía para dispersar las manifestaciones.
La intensidad, pluralidad y extensión del movimiento ha tomado a todos por sorpresa, sobre todo a los políticos, pero las causas socio-económicas que lo provocan a nadie puede sorprender y no tendrían mejor momento cuando el fútbol, durante dos semanas, ha acaparado la atención mundial hacia Brasil.
Como en Túnez todo empezó con una simple chispa, la «gota d´água» que cantó Chico Buarque en la dictadura, en este caso el inicio fue en São Paulo, protestando contra el aumento de los transportes públicos convocados por el "Movimento Passe Livre"; a partir de ahí se sumaran manifestaciones y plataformas por todo el país, para animar aún más las autoridades dieron una muestra real de la fuerza de las masas, ya que tanto el gobierno municipal de la izquierda como el gobierno provincial de la derecha en São Paulo, ante la magnitud de las protestas, anularan la subida de los transportes con lo cual "orientaron" a que otras muchas reivindicaciones ocuparan las calles.
Uno, que se ha habituado a interpretar la historia, recurriendo a la clásica polaridad derecha / izquierda, lo tiene difícil aplicar automáticamente tal recurso ya que en la calle hay de todo y según las encuestas las causas tienen el apoyo de casi todos.
No se puede negar el salto impresionante que ha dado la economía y la inclusión social que ha tenido Brasil en los once años que el PT lleva gobernando pero no es menos cierto que ese salto ha estado ausente en la gestión de los servicios públicos; basta decir que la sanidad pública es tan deficiente que hasta los gobiernos pagan planes privados de salud a los empleados públicos, que la escuela pública prima por su completo abandono, la justicia, seguridad y los transportes van por el mismo camino.
Eso no significa una critica fácil y suponer que el PT ha sido un mal gestor ya que es una realidad que supera todos los partidos; es la clase política como un todo que ha sido cuestionada en sus gobiernos municipales, provinciales y el nacional o sea de punta a punta y de todos los colores políticos.
Y esa es otra asignatura pendiente en la aún joven democracia brasileña, la renovación de sus dinastías políticas, incluso en el gobierno central aquella historia que contamos por ahí "ya verás cuando lleguen los míos", aquí no ha tenido ninguna traducción práctica; han llegado los míos pero los tuyos siguen en el mismo lugar; o sea, para que todos quepan se han multiplicado a niveles impublicables la burocracia y el coste de la misma, basta decir que el gobierno central da el mal ejemplo: tenía 38 ministerios, provocando graves problemas de espacio ya que Niemayer al diseñar Brasilia no preveía tantos ocupantes para la racional y perfecta arquitectura de su Explanada de los Ministerios que antecede la exuberante sintonía de su Plaza de los Tres Poderes.
Quisiera estar exagerando pero la realidad es como una prueba indiscutible, figuras de la dictadura militar o del gobierno Collor, incluso el proprio, integran los partidos que han sostenido los gobiernos de Lula y ahora el de Dilma. Para quien conoce la nomenclatura local basta decir que Sarney, Maluf, Calleiros y otras figuras oriundas de la dictadura y rancia oligarquía, son parte de las derechas que integran la base política de un gobierno de izquierda. ¡¡ No es facil, compañero !!
Un escandaloso ejemplo de hace un mes: el gobierno del PT invita para “Ministro de la pequeña y mediana empresa” al vice gobernador de São Paulo Afif Domingos de un partido de derechas no integrado y este lo aceptó pasando a ser el 39º ministro de un gobierno de izquierdas, pero eso no es el escándalo. Lo increíble es que se mantiene como vice gobernador de un gobierno opositor de derecha dejando en mano de los jueces que decidan si hay incompatibilidad administrativa o de funciones, no hay que negar talento para personajes esperpénticos de un Valle Inclán tropical, pena que se trate de la más pura y dura realidad.
Al constatar ese reciente disparate queda en evidencia que la ética ha sido la gran ausente y es lógico suponer que la corrupción se ha disparado al mantener intacta la que había incrementada por la que ha llegado. Puede parecer exagero pero el cansancio ante la variedad de actos corruptos puede que sea la principal bandera que une e vincula a los que están en la calle.
El fútbol ha sido otro motivo para el libro de reclamaciones, los números indican que los mundiales del próximo año pueden costar más de 10 mil millones de euros de fondos públicos pero lo peor es que uno a uno van siendo inaugurados los 12 estadios previstos pero ni una sola de las urgentes obras públicas aprobadas para los mundiales, sobre todo las de movilidad urbana que serían el gran legado a la población, por ello y para evitar caos y parálisis del tránsito, en las ciudades con partidos en la Copa de las Confederaciones, se ha decretado fiesta local. De ahí que aun siendo el país del fútbol la gente no ha tragado a pesar de eso el buen hacer de la Seleção brasileira ha disminuido un poco la presión.
Otros asuntos hacen parte de una especie de surrealismo del Parlamento brasileiro y han llevado mucha gente a las protestas, en la pauta de diputados y senadores han habido temas como un proyecto que se ha dado en llamar "cura gay" aprobado por la “Comisión Parlamentaria de Derechos Humanos” que de hecho supone situar la opción homosexual como una enfermedad a ser saneada e igualmente surreal dos proyectos que pueden suponer protección a la impunidad de los corruptos y que fueron aprobados por la “Comisión Parlamentaria de Justicia” uno anulando el poder de investigación de los fiscales y el otro imponiendo que las determinaciones del Tribunal Supremo, en caso de no coincidir con el parlamento, tendrían de someterse al Poder Legislativo o sea una inversión de poderes, por suerte otra vez la fuerza de las masas de estos días, ha obligado a que los padres de la patria anulen esas tres extrañas iniciativas parlamentarias, cerrando el camino para su votación en Plenario.
Por si fuera poco, en los últimos meses la crisis empieza a asomar con fuerza el crecimiento económico viene siendo mínimo, la inflación vuelve amenazante y el dólar valorizado evidencia que el milagro económico brasileiro ha sido corto y puede que se haya ido sin que nadie sepa cómo ha sido y sin que una gran parte de su población lo haya disfrutado.
¿Y ahora qué sucederá? Es una incógnita además las movilizaciones y la presión continuaran en la calle puesto que no hay en el actual panorama parlamentario ningún partido que pueda asumir a su favor las banderas reivindicativas pues a uno u otro nivel todos están salpicados y reprobados por la pésima gestión de los servicios públicos y la incapacidad en desarrollar los derechos ciudadanos que les correspondía.
La presidenta Dilma intenta tener la iniciativa con propuestas de reforma política, algunas muy razonables como la reforma política pero con la prisa de las elecciones del año próximo no tendrá mucho tiempo y además, sin tocar los asuntos del dia-a-dia, el debate corre el riesco de limitar su interés al mundillo político con lo cual la gente en la calle continuara cada vez más alejada y seguramente vuelvan a manifestarse con mucho más fuerza imponiendo sus verdaderas urgencias políticas y haciendo los goles que realmente cambien sus vidas.