HOMENAJE A RAFAEL RIBÓAntes de meterme en harina diré que no compartí en su día que Rafael Ribó fuera nombrado Síndic de Greuges (Defensor del Pueblo en Cataluña) y así me manifesté en reiteradas ocasiones. Mi desacuerdo se debía a que Ribó había dejado sus responsabilidades políticas que durante muchos años (prácticamente desde su juventud) había ejercido. Era, por así decirlo, una cuestión de –siempre a mi juicio-- de incompatibilidad temporal. Sigo manteniendo, todavía ahora, aquella opinión, referida a aquel momento. Dicho lo cual, me voy a las cosas actuales del Síndic de Greuges catalán.
Desde muy pronto se vio que Ribó estaba por la labor en el ejercicio de su nueva responsabilidad. En un tiempo brevísimo cambió la personalidad, hasta entonces anodina, de la institución, poniéndose al lado de aquellos que pedían, exigían y razonaban la solución a sus problemas. Lo hizo frente al gobierno tripartito y de izquierdas con la serenidad contundente de su carácter. Y de la misma manera lo viene haciendo frente al gobierno de derechas de CiU, apoyado ad nauseam por Esquerra Republicana de Catalunya. Y lo ha hecho a pesar del obstruccionismo tanto de las autoridades madrileñas como las domésticas: frente a los recortes de Anás y los de Caifás, la situación de los inmigrantes; y, ahora, con relación a los niños desnutridos en Cataluña (1), que desde el gobierno catalán y sus turiferarios han negado tres veces como hizo Pedro con el Nazareno.
Para entendernos, Ribó es la antítesis de la Becerril que es una prótesis más que tiene el PP.