Algo de grandes proporciones tuvo que hacer el maestro Verdi para que, en ocasión de su muerte (Milán, 27 de Enero de 1901), las organizaciones sindicales italianas convocaran a los trabajadores de todo el país a acompañar al gran músico en su entierro. Trenes y barcos se organizaron a tal efecto. Más de cien mil personas del universo del trabajo se dieron cita. Las masas corales de las camere del lavoro, dirigidas por un jovencísimo Arturo Toscanini, entonaron el celebérrimo Va pensiero.
En efecto, algo muy grande hizo Verdi por las clases populares italianas: desde el compromiso por la liberación nacional italiana hasta dejar la mayor parte de su cuantiosa fortuna como herencia para la Casa de Reposo de los músicos jubilados de escasa o ninguna fortuna. Un compromiso militante que plasma en su música (los Coros de Nabucco y Ernani, entre otros) y en las importantes donaciones en dinero para los movimientos revolucionarios. Y es que Verdi era mucho Verdi.
… Y, sin embargo, hasta dónde yo sé muy poco (o nada) se le ha recordado desde el movimiento sindical al maestro. Tampoco la izquierda ha estado diligente en este segundo centenario del nacimiento del gran músico. También en ello se ha dejado robar la cartera o, en este caso, la partitura.
Bueno, todavía estamos a tiempo: hasta el 31 de diciembre estamos en el «año Verdi».