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Àngels Martínez i Castells. La corrupción no es buena para la SALUD
Àngels Martínez i Castells.

Fue una Jornada memorable, que empezó con una mañana de acción y acabó en una tarde de reflexión. En este post les resumo mi intervención en la sesión que tuve el privilegio de compartir con compañeros y compañeras de la Plataforma en Defensa de la Sanitat Pública de Terrassa al lado de Nuria Martí, Albano Dante y Josep Cabayol:

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La CORRUPCIÖN podemos definirla como un ABUS0 DEL PODER CONFERIDO EN BENEFICIO PRIVADO. En lo que a la sanidad se refiere, la CORRUPCIÓN incluye los SOBORNOS y compra de los políticos y reguladores, a los profesionales del sector y la manipulación de la información sobre ensayos clínicos o farmacológicos, así como acaparar medicinas, manipular la oferta o poner un sobreprecio en la facturación de mútuas, hospitales y compañías de seguros.

Así, la CORRUPCIÓN no se limita a los políticos ni a los funcionarios, sino que también la ejercen los actores privados de la sanidad que juegan un papel público importante. Cuando los administradores de los hospitales o los ejecutivos de las empresas farmaceúticas actúan de manera deshonesta para enriquecerse o para conseguir más poder, ABUSAN de su situación de poder y roban recursos públicos que debían ir destinadps a mejorar la sanidad y nuestra salud.

LA CORRUPCIÓN SE EJERCE PUES EN LOS DOS LADOS DE LAS PUERTAS GIRATORIAS.

UNA IMAGEN DEL CORRUPTO: Graham Green escribió un magnífico retrato de la corrupción que en 1949 el director Carol Reed llevó a las pantallas con Orson Welles, Joseph Cotten y Alida Valli y una música inolvidable de Anton Karas. En el papel de un traficante de penicilina llamado Harry, el Tercer Hombre, le pregunta a su amigo en lo más alto de la noria del Pratter de Viena:

HARRY “¿De verdad sentirías compasión por alguno de esos puntitos si dejara de moverse para siempre? Si te ofreciera veinte mil libras por cada puntito que se parara, ¿realmente me dirías que me guardase mi dinero, muchacho, o empezarías a calcular cuántos puntitos podrías permitirte dejar con vida? Libres de impuestos, amigo. Libres de impuestos. (Le dirige su sonrisa de complicidad infantil.) Hoy en día es la única manera de ahorrar.”

¿Es esa la psicopatología de los corruptos? Creo que sí. Su desprecio por la vida humana se oculta por lo substancial de sus ganancias. Recordemos que en su Informe sobre corrupción en la sanidad del año 2006, Transparencia Internacional valoraba que el sector sanitario movía en todo el mundo 3 billones de dólares. UN 3 seguido de 12 ceros. Y preguntado el personal sanitario de los distintos países sobre qué parte de esta financiación (en su mayor parte pública, financiada por impuestos) se “perdía” en corrupción, tanto en USA como en Camboya calculaban que entre un 5 y un 10%. En el peor de los casos, el del 10%, imaginen ahora un 3 seguido de 11 ceros que se desvía de la atención sanitaria para desaparecen en lujos, yates, o paraísos fiscales. En este mismo Informe, la ex Comisionada por los Derechos Humanos de la ONU y ex-Presidenta de Irlanda, Mary Robinson, escribe:

“Uno de los derechos humanos fundamentales de todo ser humano es el acceso a la salud, y como tal se incorporó en el artículo 12 del Pacto Internacional sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales. La corrupción – como la pobreza, la falta de equidad, el conflicto civil, la discriminación y la violencia – es un tema de gran importancia que no se ha tratado adecuadamente en el marco de los derechos básicos.” De hecho, los fondos que deberían destinarse a combatir la pobreza y la enfermedad acaba en bolsillos privados o en paraísos fiscales. Así, la corrupción viola literalmente los derechos humanos ya que se priva a las personas de servicios que sus gobiernos están obligados a dar. En la mayoría de países son las mujeres las que más sufren esta discriminación de los servicios públicos, por diversos motivos (asumir más responsabilidades, menos prevención, atención sanitaria insuficiente, restricciones en sus derechos…)

Finalmente destacaremos que este mismo año la PREOCUPACIÓN POR la CORRUPCIÓN la ha expresado un Informe de la UE de febrero de 2014. Cuando habla de los sectores más vulnerables, cita en primer lugar la construcción (vinculada a delitos de urbanismo, atentados ecológicos y financiación derivada a partidos políticos), seguida muy de cerca por la SANIDAD, “donde la vulnerabilidad a la corrupción está generalizada”. Y a pesar de estudios e intentos de reforma de distintos Estados al respecto, “la corrupción en la sanidad y el sector farmacéutico siguen siendo preocupantes”. Y las prácticas corruptas las conocemos, destacamos junto con las PUERTAS GIRATORIAS que aseguran un lugar de privilegio SIEMPRE a los corruptos, los PROCEDIMENTOS DE MERCADO que retiercen los procedimentos legales para desvirtuar lo público, y el abuso prevaricador de las listas de espera.

En la sanidad se dan una serie de características que “ayudan” a la corrupción. Una de ellas es el DESEQUILIBRIO EN LA INFORMACIÓN: son los profesionales los que tienen información sobre la enfermedad de sus pacientes, pero también sobre sus costes y procedimientos. Si la información sobre estos dos últimos aspectos fuera transparente podría reducirse la CORRUPCIÓN. Por ejemplo, en Argentina consiguieron disminuir un 50% los precios pagados por los hospitales a la industria farmacéutica cuando hizo público lo que los hospitales pagaban por sus productos.

Otro aspecto que colabora con la CORRUPCIÓN es la INCERTIDUMBRE: no saber si y cuándo enfermaremos, ni de qué, ni si nos curaremos nos pone en situación de debilidad frente a ofertas de seguros privados, pero también la incertidumbre (que aparentemente “justifica” compras o decisiones poco claras, puede extenderse a quienes toman las decisiones en políticas sanitarias: compra masiva de vacunas, o riesgo de acaparamiento de medicinas y otros recursos imprescindibles en situaciones de emergencia.

También la complejidad de los sistemas de salud por el gran número de personas y organismos que intervienen, ayuda a esconder la corrupción. En este sentido, el intento del conseller Boi Ruiz de desmembrar el ICS no ayuda en nada a combatirla.

3 repercusiones míninimas de la corrupción:

1) En la calidad de los servicios, emporecimiento de las personas, aumento de las desigualdades, especialmente entre los Grupos sociales más vulnerables.

2) En Catalunya, por ejemplo, favorece que el sector privado de la sanidad se comporte como sanguijuelas del sector público.

3) La corrupción reduce el crecimiento económico y la inversión.

CONCLUSIONES:

Los efectos de la corrupción tienen sesgo de clase y de género, y parece imposoble poder acabar con la pobreza sin acabar con la CORRUPCIÓN.

Des del punto de vista de las personas más pobres, sufrimos unas políticas que desde hace tiempo pretenden legalizar la “mordida”. ¿Podemos explicar la diferencia entre la “mordida” que nos exigen en países del llamado “tercer mundo” por unos medicamentos que deberían entregarse sin ella, o el euro que nos cobraron por receta?

La excusa más inaceptable para legalizar todo tipo de “mordidas” es la de supeditar las necesidades humanas a unas exigencias de déficit presupuestario que incorporan por su irracionalidad el gusano de la corrupción, y lo más triste es que cando la corrupción se apodera del sistema sanitario, se convierte en una cuestión de vida o murrte. La corrupción viola directamente los derechos humanos en la medida que priva a las personas de su derecho a la atención sanitaria. Atenta directamente contra 3 de los 8 Objectivos del Milenio de la ONU, en concreto la reducción de la mortalidad infantil, la mejora de la salud materna y el combate del VIH\SIDA, la malaria u otras enfermedades infecciosas… ¿Cómo podemos explicar sino como un atentado a estos objetivos la muerte de Alpha Pan no en el África subsahariana, sino en la desarrollada isla de Mallorca?

Así, y de manera especial en la lucha contra la CORRUPCIÓN, cuando nos hablen de manera interesada de que tenemos DERECHOS pero también DEBERES, convendría pensar, para ahuyentar culpabilizaciones, que nuestro primer DEBER es exigir nuestros DERECHOS. De otra manera, seguiremos hundidos en nuestros deberes y responsabilidades, seguiremos pagando impuestos mientras los corruptos se apropian de los fondos públicos, e iremos perdiendo servicios públicos y poder ciudadano hasta convertirnos en meros súbditos.

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