Ayer, al final del día, hablé largo rato con Eva Nasarre. Sus médicos le han recomendado menos tensiones para ganar fuerzas pronto y recuperarse: temporalmente ha cerrado su cuenta de Twitter. Sú último post, de finales de julio, lo dedicó a Sheik Uman Khan
un médico a quien nadie pudo apartarle del juramento hipocrático. Luchó por salvar vidas en Sierra Leona hasta su muerte por el mismo virus del Ébola que combatió hasta el agotamiento. Eva ya anunciaba que no le dedicarían muchas portadas a nivel internacional, quizás porque sería también una manera de reconocer el papel del personal sanitario que se ve forzado a apoyarse en su humanidad, solidaridad y vocación para atender en condiciones precarias y sin apenas medicamentos básicos, ni luz y agua, a los miles de heridos en Gaza. El virus genocida es aún peor, lleva años provocando víctimas, mientras la vida de mujeres y niños se escapa de sus manos. Otro nombre que no sale en las portadas, el Dr. Mads Gilbert, médico noruego en Gaza, invitó al Presidente Obama a pasar una noche en la Franja.
También Eva está siendo atacada. Su conmovedor activismo en favor de las personas dependientes ha levantado en miserable cruzada a quienes se están preparando para dar el tiro de gracia a la Ley de la Dependencia. Y centran cobardemente sus iras en una persona enferma. Porque las aves carroñeras acechan a quien creen débil. Pero en este caso, como en tantos otros, se equivocan. Completamente. Oiganla de nuevo y entiendan la ira de quienes la atacan (y el respeto y cariño de quienes la queremos):
También ayer escuchaba al personal y pacientes del Hospital de La Fe de Valencia, a los de Toledo -que fueron hace semanas noticia por cómo los políticos del PP no querían saber nada de los padres que pedían cuidados dignos y profesionales para sus hijoscon cáncer- y repasaba los intentos de cerrar camas en Bellvitge con urgencias colapsadas. Quienes viven de la política para su bolsillo y el de sus amiguetes (no para hacer política para el bien común) están logrando convertir este país en un círculo dantesco con gente enferma sin camas ni atención hospitalaria, mientras cada día aumenta el número de plantas de hospitales y de camas cerrados, esperando su degradación irreversible. Antes ya nos convirtieron en el país con más casas sin personas, y más familias sin casa. Y la desposesión sigue, no descansa. No se toma ningún respiro, mientras los mercenarios de la desinformación exculpan a los culpables o vomitan su ira contra quien defiende la sanidad pública, la Ley de la Dependencia, la dación en pago, o las pensiones públicas.
Declaraba ayer Carlos Bardem Que vivimos rodeados de “comités antirrojos” y no sólo en España. Sobre Hollywood tenía la sensación de que sigue vivo el Comité de Actividades Antiamericanas de los 50. La violenta reacción contra su hermano y Penélope Cruz por defender Gaza podía llegar poner en peligro su carrera, y no había ahorrado insultos en la Fox a Penélope Cruz. Bardem parecía dudar ante la pregunta del periodista de que aquí uno todavía puede decir lo que piensa, a lo que Carlos respondía: “¿Usted cree? ¿Sin coste alguno? ¿Hay muchos periodistas independientes? ¿Cree en los unicornios? Hablar alto y claro pasa factura… Tiene que ver con la falta de calidad democrática en nuestra sociedad. Le llaman democracia, votas cada 4 años y tal, y no lo es.” Lo cual no quiere decir que se arrepienta por no haberse mordido la lengua, aunque es “consciente de que me iría mejor si me dedicase a tuitear mis desayunos o cosillas así”.
Sí, Carlos Bardem tenía razón. Mucho mejor hablar del sabor del café arábiga que si de nuevo, cuando se ponía la taza en la mesa, estaban llegado pateras a las costas andaluzas o se reponían las concertinas en las vallas de Melilla… Antes de oler el aroma de la infusión, ya habrán crecido un poco más las listas de espera, y oíremos en la radio que ya han bombardeado Gaza otra vez, y que otro machista cobarde ha asesinado a la que creía su mujer (esa misma que si todavía estuviera viva tendría pronto, gracias a Gallardón y sus sectas, serios aprietos si decide abortar), Quizá sería mejor apagar la radio e intentar no sufrir ni pensar, dejar de escribir sobre las guerras genocidas, la violencia de género… o sobre cómo nos roban los servicios públicos, con el coste correspondiente (y que se quiere oculto) de vidas humanas. Mientras mordemos la tostada mejor olvidar que los comedores sociales no alcanzan para tanta gente con hambre, mientras engordan las universidades privadas a costa de echar a los jóvenes sin recursos de la pública. Ni mencionar tampoco que a esa misma hora los corruptos se preparan para dar su paseo, aspirando a mantener esa misma impunidad de la que han disfrutado tantos años mientras los perseguidos e insultados eran sus justos acusadores…
Carlos Bardem también sabe que el café con leche es cada vez más un lujo, y ya no sólo ecoómico, aunque no llega para todos porque estas políticas de la explotación, la corrupción y la desposesión ya han conseguido que sobrevivamos en una incívica sociedad enormemente desigual, que hace años se teorizó como necesaria en la forma de los “dos tercios”, donde un 12% pasa miseria y el resto hasta el 30% no consigue salit de la pobresa. Y que para seguir respirando y no morirnos de vergüenza e indgnidad, necesitamos denunciarlo, como hacen Teresa Forcades y Arcadi Oliveres:
Y dos recomendaciones más: No se pierdan la magnífica denuncia de hoy de Rosa María Artal del “golpe” en la Ley electoral que quiere dar Rajoy para consolidar la putrefacción de la política (si nos dejamos, claro, porque como ella dice, “el 40% no es mayoría absoluta”, pero “si cuela” será por nuestra desidia, apatía y falta de humanidad…. ¿?Somos de verdad conscientes de que mundo estamos permitiendo que dejen a nuestaos hijas, a nuestras nietas?
Les dejo con una reflexión final, expresa para Catalunya, de Lluis Bosch,:
Ens cal una altra Catalunya;
Ens cal una altra Catalunya que no sigui la província ni el projecte dels nacionalistes. Una Catalunya lliure dels messies estelats i dels policies estatals. Una Catalunya que no s’entesti a discutir sobre les essències mentre li desmantellen els serveis d’urgències als hospitals. Una Catalunya capaç de dir que no hi ha projectes nacionals sense projectes socials.
Ens cal una Catalunya que posi per davant la renda mínima a la frontera mínima.
Ens cal una Catalunya que accepti que Catalunya no és un país madur, perquè no sap gestionar els seus pressupostos ni els seus polítics corruptes, ni els seus parcs naturals, ni els seus mitjans de comunicació, ni els seua hospitals ni les seves escoles.
Una Catalunya que no tanqui plantes d’hospitals ni aules escolars.
Una Catalunya de les persones i no de les banderes.
Una Catalunya amb una ràdio i una televisió que respectin seu caràcter públic, i que entengui que es manté (també) amb els impostos dels catalans que no volem aquesta Catalunya mesquina i grotesca dels indformatius de TV3: no tots volem la independència, i els qui no volem la independència també mantenim aquesta TV pública amb els nostres impostos (si fòssim com la família Pujol no seria el cas).
Una Catalunya que l’onze de setembre no faci una ve baixa de vergonya (ningú de l’ANC no ha vist V de Vendetta?). Celebrar una victòria abans d’hora és de b alta: de b alta de burro.
Una Catalunya que no es vengui els boscos a les empreses.
Una Catalunya que escarneixi i empresoni els estafadors per més Pujols que siguin,
Un país que vulgui dir alguna cosa nova de la democràcia, la cooperació i la solidaritat,
Un país que no recorri a les banderes medievals,
Un país que pugui transmetre un missatge de democràcia i de progrés social que sigui atractiu per als altres.
La Catalunya d’ara no diu res de tot això, i per aquest motiu ningú no fa cap cas del projecte sobiranista.
Volem una Catalunya respectuosa, democràtica i solidària amb els pobles d’Espanya i amb els pobles del món. Perquè Catalunya és una part del món, i una part molt petita.