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José Luis López Bulla RECORTES SALARIALES: La caída de un fetiche
José Luis López Bulla



Los economistas neoliberales que han optado por su profesión en vez de por ser ideólogos empiezan ya a denunciar la ineficacia de los recortes salariales. Es el caso de  Francesco Giavazzi e Guido Tabellini, a los que se ha unido Luigi Zingales, también en contraste con la ortodoxia dominante. Es lo que debería suceder a todas las personas inmunes al fanatismo. Quienes han optado por ser economistas deben haber echado cuentas de los grandes estropicios a millones de  personas que ha hecho el ataque al salario y al conjunto de la economía.


Por otra parte, en otra cofradía de la cosa económica (ésta más sensata y poco amiga de panfletos) el profesor de Economía y presidente del Círculo de Economía Antón Costas nos ofrece un potente arsenal de argumentos contra una política que no sólo no soluciona el problemón sino que lo agrava. Lo tienen ustedes en Los bajos salarios no funcionan, El Periódico de ayer.  En todo caso, vale la pena añadir que la oposición del profesor Costas a los bajos salarios viene de hace mucho tiempo, véase por ejemplo su trabajo Salarios menguantes.

 

No ha sido infrecuente que, desde la tropa neoliberal, se calificara al sindicalismo de «corporativo» porque mantenía una postura adversa a los recortes salariales. No les importaba que con los recortes se debilitara la demanda interna, ni que interfiriera la creación de empleo, ni siquiera que condujera a la recesión.   El dogma es el dogma.   


Por lo demás, todavía es la hora de que se analice seriamente el comportamiento de los empresarios y de sus organizaciones. Con la idea de abrir boca diré que, hoy como ayer, representan un tropel de intereses corporativos, un conjunto de retales dispersos que no configura la confección de una prenda. Y las organizaciones patronales son, ciertamente, un grupo de presión que no tiene un proyecto, por voluntad propia, de interés general. Es el autismo. Un autismo que, en todo caso, delega en la política la construcción de un interés general que le convenga “corporativamente”.


En todo caso, el sindicalismo confederal empieza ya a tener aliados contingentes contra la aventurera y corporativa política de bajos salarios. Ya veremos, sin embargo, qué depara la próxima negociación colectiva. Si esta batalla se pierde las cosas irán a peor. Por ello, el sindicalismo debe afinar la puntería. En ese orden de cosas, me parece de gran utilidad la observación fuerte del profesor Antonio Baylos:  



«El sindicalismo español tiene que decir cuál es su proyecto de regulación, es decir, pronunciarse sobre el diseño nuevo al que deben someterse las relaciones laborales en un contexto democrático y preparar el marco de reformas que sitúe al trabajo con derechos en el centro de la sociedad, haciendo inútil por consiguiente las reformas de estructura impuestas desde los centros político-financieros a las economías nacionales»: http://baylos.blogspot.com.es/2014/09/mirar-europa.html


La explicación es clara: al no ser la cuestión salarial una variable independiente es preciso que sea compatible con el conjunto de las relaciones laborales que desea el sindicalismo.



   

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