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José Luis López Bulla ÉBOLA: «ORDEN, UNIDAD Y AGUANTAR»
José Luis López Bulla


El lector avisado habrá caído en la cuenta que ese titular bien podría ser una consigna cuartelaria; por lo tanto, poco o nada sutil. Pues bien, ese lector no va descaminado del todo. Lo expresó en 1945 un almirante, que no consta que navegara, en un informe a un general –llamado generalísimo— que, a golpe de bayoneta, rigió los destinos de España. Era, por así decirlo, un dictamen «de correaje a correaje». De Carrero Blanco al dictador Franco.


Alguien habrá desempolvado de las covachuelas ministeriales este documento. Y elevado al premier Mariano. Frente a la crisis económica: orden, unidad y aguantar. Frente llamado al conflicto  catalán: orden, unidad y aguantar. De sobra sé la diferencia entre ambos personajes; no hace falta que me lo recuerde nadie. Pero sí existe una similitud entre ambos: la negación de la política como instrumento de solución de los conflictos. La política que es substituida por la bayoneta en el primero; la política substituida por el tancredismo en el segundo. Todo ello con un trasfondo unitario: «Oiga, haga como yo, no se meta usted en política», una expresión obscena y cínica del general, llamado generalísimo. 


La vieja consigna, desempolvada de los sótanos ministeriales, también se ha evidenciado en esta dramática historia del ébola. No hay dimisiones, porque ello equivaldría a desorden; unidad frente a la incompetencia endémica de la ministra del ramo, pero sobre todo, unidad como el mandamiento bíblico del «tapaos los unos a los otros», siguiendo torticeramente lo que dijo el clásico: «cuando hay identidad de inclinaciones la hay también de voluntades»; y aguantar el chaparrón pase lo que pase. Ahora bien, el quid de la cuestión no es exactamente la probada ignorancia de esta lamentable ministra. El asunto tiene un origen más de fondo: la política de recortes en general y, en este caso, en la del terreno de la sanidad y la salud, que puso en marcha el gobierno del PP y sus estructuras patógenas.   


Todo ello ha dado lugar a algo estrambótico: tenemos una sanidad público envidiable en todos los aspectos; sin embargo, en este caso en concreto sus, antológicamente incompetentes, dirigentes políticos y administradores la han hecho funcionar como si fuera de las peores del mundo. Digo que tenemos todavía una sanidad pública envidiable: no hablo de oídas. Un servidor ha pasado, casi in extremis –si me descuido me voy al otro barrio-- por tres hospitales públicos (1977, 1999 y 2012); de allí salí más sano que un membrillo. Es decir, a mí no me han contado cómo es la sanidad pública española.   


Cambio de tercio no demasiado brusco. En esta ocasión se ha puesto de manifiesto, además, hasta qué punto el autoritarismo en el diseño de la organización del trabajo y la fijación de las condiciones de trabajo del personal sanitario –a pesar de lo que dice la Directivaeuropea— ha encadenado los estropicios que conocemos y los que todavía no sabemos.  

Radio Parapanda.-- http://hcarlosiiienlucha.wordpress.com/  Son las señas del blog Hospital Carlos III en lucha.




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