¿POR QUÉ, POR AHORA, NO FIRMO ESE DOCUMENTO SINDICAL? (1)

Queridos compañeros, voy a exponeros las razones de mi negativa a firmar ese documento o lo que quiera que sea: manifiesto, papel, llamamiento… Pero, antes de entrar en el tema, quiero haceros una observación previa. Tengo la impresión que queréis engatusarme con una literatura que repite las palabras «refundación», «repensar el sindicato», «cambios y transformaciones», pero –incluso sin escarbar demasiado-- es tan viejuno que estaría desfasado hace veinte años. Es como si el viejales del abuelo Cebolleta se hiciera unos botox, se quitara la dentadura postiza y se cortara el pelo al rape. Por ello, no vale la pena hacer enmiendas; dispensad mi impertinencia: pegarle fuego al papel. Un papel que, en su redactado, dispone de una metodología que me es conocida: empezar la casa, no ya por el tejado sino por la veleta; reincide en un tipo de sindicato que no comparto; y, por lo demás, no establece la jerarquía de las prioridades. Es una reedición de todos los informes generales y documentos congresuales que en el sindicato han sido. Eso sí, haciéndole la permanente al entrañable Cebolleta.
Ahora, sólo por motivos de afecto personal y en consideración de las horas que habéis dedicado a su redacción, explico mis motivos de no querer firmarlo de momento.
Supongamos que le habéis pegado fuego al papel y seguís con la noble intención de hacer uno nuevo. Os sugiero las siguientes observaciones.
1.-- El texto debería empezar por el centro de trabajo; yo le llamaría «ecocentro de trabajo» para que, desde el inicio, quedara claramente establecida la relación entre centro de trabajo y las condiciones de trabajo que conforman el medio ambiente en el centro de trabajo. Pero si os parece una pijada no haría un casus belli de ello, es decir, de llamarle ecocentro de trabajo. Y como es obligado meterse en harina, sugiero que más o menos se dijera lo siguiente:
«El ecocentro de trabajo –donde se produce nuestra actividad básica y, por tanto, principal; de donde arranca la afiliación y el necesario consenso y participación del conjunto asalariado-- está conociendo, desde hace ya muchos años, una constante mutación. Estos cambios --que no sólo son tecnológicos sino también de métodos de gestión empresarial, de estructura de ese conjunto asalariado y de la condición de la persona que trabaja-- no son percibidos y, por tanto, interpretados por los grupos dirigentes del sindicato. Lo prueba el hecho de que tanto las plataformas reivindicativas de los convenios y el resultado de la negociación colectiva siguen estando al margen de lo que ha cambiado en el ecocentro de trabajo. Conclusión, el sindicato (todo el sindicalismo confederal), salvo raras excepciones, tiene un comportamiento contractual casi igual a de los tiempos de nuestro amigo Cebolleta. Por ello, se pierde representatividad y representación. Más todavía, por todo lo anterior somos menos sindicato «general» y menos sindicato confederal.
Es, sobre todo, en el ecocentro de trabajo donde la agresión contra la condición asalariada se está produciendo con mayor intensidad: de un lado, mediante la lectura autoritaria de los procesos de reestructuración e innovación; y, de otro lado, los efectos perniciosos de las sucesivas reformas laborales, especialmente la última. La lectura autoritaria por parte del dador de trabajo de dichos procesos en el nuevo paradigma no acarrea nuevos derechos de ciudadanía social en el ecocentro de trabajo y las reforma laborales han rematado dramáticamente ese clavo». [Donde se intenta decir que el problema no es la reforma laboral solamente, sino las dos cosas que están amalgamadas: la innovación y reestructuración del ecocentro de trabajo gobernado autoritariamente y los efectos de la reforma laboral].
Pues bien, el papel que me presentáis para que lo firme se inicia con un análisis general y genérico del acoso del neoliberalismo y de la política del gobierno del Partido popular contra los trabajadores y sus sindicatos, tal vez intentando consolidar el «sindicato sociopolítico», pero realmente huele a «político socio sindicato»; se sigue con denuncia de lo podrido del sistema y su correspondiente pestazo a corrupción. No estoy afirmando que nosotros no debamos denunciar todo ello. Lo que quiero decir enfáticamente es que hay que arrancar todo el pensamiento y la acción del sindicato desde el ecocentro de trabajo. Y, puestos a relatar cosas chocantes, en vuestro papel, la palabras «empresario» y «patronal» están en el segundo capítulo. Aquí, el abuelo Cebolleta empezaría a inquietarse.
Por hoy basta, queridos amigos, estoy a la espera de vuestra respuesta sobre estas primeras reflexiones. Si estáis de acuerdo, podemos hablar. En caso contrario, ¿para qué seguir molestándoos? Si el ponente del papel está –como claramente se ve-- en otra onda, sólo me queda decirle: «Pa ti la perra gorda, pero no cuentes con la insignificancia de mi firma». Vale.
Radio Parapanda. «CUESTIÓN NACIONAL» Y «CUESTIÓN SOCIAL»

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