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José Luis López Bulla SOBRE ESE MANIFIESTO SINDICAL QUE NO TIENE PIES NI CABEZA (2)
José Luis López Bulla


Nota editorial.--  En la foto está gente sabia, constructores de un gran sindicato. ¿Adivinan quiénes son? 




2.--  Queridos amigos, me decís que estáis dispuestos a hablar  --como se dice, a calzón quitado--  de lo que he planteado en   ¿Por qué, por ahora, no firmo ese documento sindical? (1). Os lo agradezco sinceramente. Sin embargo, me vais a permitir que mantenga mi postura de no firmar, todavía, ese papel hasta ver en qué queda la cosa definitivamente. Comoquiera que las cosas hay que hacerlas con ambición, sigo con mis propuestas en torno al ecocentro de trabajo, tiempo habrá de alargar esa reflexión a los asuntos que están más allá de ese lugar.

 

Entiendo, queridos amigos, que necesitamos una (por así decir) biografía de los centros de trabajo, al menos los más determinantes, referida a los últimos treinta años. Los datos biográficos a considerar serían, por lo menos, los siguientes:

 

a) evolución pormenorizada de la innovación tecnológica, de los métodos de gestión del management y de la marcha de la organización del trabajo;

 

b) evolución concreta de la contratación y de los cambios que se han dado en la estructura de su población asalariada por sexos y edades;

 

c) desarrollo de las prácticas de negociación colectiva, incluidos (si los hubiere) los pactos de empresa, con especial mirada a los expedientes de regulación de empleo; 

 

d) un estadillo de la representación de los trabajadores, tanto de la sección sindical como de los comités; itinerario de la afiliación al sindicalismo, no sólo el de tipo confederal sino de todas las organizaciones; relación de todo ello con el territorio y la federación correspondiente;

 

e) la biografía del ejercicio del conflicto. Y tantos detalles anagráficos como sean interesantes. 

 

 

Aclaro: no entiendo que tan voluminoso material se traslade al documento que os traéis entre manos. La razón de toda esa documentación es la de obligarnos a un viaje provechoso al interior del ecocentro de trabajo, y a partir de ahí reflexionar sobre el estado de la cuestión de ese lugar básico del que arranca la acción colectiva del «sindicato general» que se organiza confederalmente.  Sería una revolución metodológica en el sindicato. Por supuesto, con esas biografías estaríamos al tanto del acervo de lo que disponemos.  Que no es poca cosa. De esta exploración –si hace con rigor y sin ocultamiento de nuestras vergüenzas--  podemos sacar conclusiones fecundas para la acción colectiva  tanto para la negociación como para el ejercicio del conflicto.  Dejemos de lado, pues, las intuiciones, el «yo creía que» y vamos al turrón, de Jijona naturalmente.

 

En suma, se trataría de conocer a fondo la «realidad fáctica», que diría Gramsci,  del lugar donde nace el movimiento de los trabajadores, organizado en el sindicato. Ya dijo no sé quien aquello de que el conflicto social es, también, un conflicto de saberes y conocimientos. ¿Las intuiciones? Sólo las necesarias.


 


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