Titular notícies
José Luis López Bulla EMISIÓN DE GASES DE EFECTO INVERNADERO Y CALENTAMIENTO DEL PLANETA
José Luis López Bulla





Hacia París con una desilusión nunca olvidada



Los expertos y la opinión pública recuerdan, desilusionados todavía, aquel Copenhague de 2009. De aquella reunión esperábamos que desembocara en un nuevo acuerdo global sobre el clima con la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero que fuera vinculante para todos los países: desde los Estados Unidos hasta China, de la India a Europa, del Japón a Australia, del Brasil a Canadá.  Se trataba de la decimoquinta reunión de la Conferencia de las partes (Cop 15), la cumbre sobre el clima en tono a una mesa con más de 190 países. Muchos esperaban aquella cumbre de la ONU con la convicción, transformada en ilusión, que los científicos creían necesaria para que la reducción del crecimiento de la temperatura global fuese suficiente para convencer a los principales emisores de la necesidad de firmar un acuerdo vinculante. No fue así.


Desde entonces la negociación se ha orientado al intento de llevar a los países más recalcitrantes –o a todos los grandes emisores excepto la Unión Europea--  a una negociación cuyos resultados desemboquen en una nueva arquitectura del clima global como la del protocolo de Kyoto. A veces nos ilusiona que pequeños pasos y acuerdos sobre puntos marginales puedan, de manera imprevista y casi mágica, producir el milagro de desbloquear la situación de eso que los economistas llaman el «dilema del prisionero». ¿Por qué, entonces un país debería esforzarse en reducir sus propias emisiones si todos se beneficiarían, incluso los que se han esforzado poco y también los que no han hecho nada?  Así se vive, una vez más, esta fase de espera de la nueva cumbre (la Cop 21) de París, donde por necesidad debería producirse un nuevo acuerdo. Salvo que mientras tanto las cosas hayan cambiado un poco.


Este año se ha publicado el nuevo informe sobre los cambios climáticos del IPCC, que es el quinto. Al mismo tiempo, los países avanzados han entrado en una recesión que tiene pocos precedentes históricos y los que están en vías de desarrollo han ralentizado su crecimiento económico. La reducción ha reducido el ritmo de las emisiones, pero no ha frenado el calentamiento global. Es útil, pues, reclamar algunos mensajes, contenidos en el informe del IPCC en todo lo atinente a mitigar las cosas: 


. La inacción por parte de los gobiernos  es coherente con el incremento de la temperatura en el 2100 entre 3,7 y 4,8º; 4,8°C. Un aumento mayor, aunque menos probable, es posible;

. estabilizar las concentraciones de gases de efecto invernadero en un nivel compatible con el aumento de la temperatura en +2°C (aproximadamente 450 partes por millón de CO2 equivalente) antes de 2100 exige reducir las emisiones en un porcentaje del 40-70 por ciento hasta el 2050 respecto de los niveles del 2010, y eliminarlas totalmente en la práctica después del 2100;

·                  este objetivo implica cambios radicales en los sistemas energéticos que comporten un nivel triple o cuádruple de la cuota de fuentes de energía zero e low carbon como renovables y nucleares;

·                  los propósitos de reducción en el 2020 de las emisiones declaradas por varios países en la Cop 16 –como Cancún Pledges— con alta probabilidad no son coherentes con el objetivo +2º C [Ver la figura 1 en http://www.lavoce.info/archives/31398/cina-usa-fulminati-dal-clima-via-pechino/];

·                  retardar la reducción de las emisiones al 2030 o más adelante aumenta la dificultad de la transición y reduce las opciones disponibles en la medida necesaria;

·                  estabilizar las concentraciones de gases de efecto invernadero a 450 ppm equivale a una reducción del crecimiento de los consumos en el curso de este siglo en cerca del 0,06 por ciento de media (respecto a un crecimiento de ellos entre el 1,6 y el 3 por ciento anual). Los costes asociados a este valor aumentarían substancialmente en el caso de retrasar esa acción al 2030.    


A pesar de estos mensajes tan claros,  muchos --entre los cuales nos encontramos nosotros dos--  no se espera un resultado histórico de París 2015. Bien visto, no parece que haya cambiado significativamente el esquema de los beneficios netos (los payoffs) que se perciben por cada país, derivados por una acción coordinada de mitigar las emisiones. En otras palabras, las condiciones del «dilema del prisionero», substancialmente inalteradas,  siguen estando ahí. Porque el horizonte temporal  donde se determinan los daños del cambio climático está en el orden de décadas y centenares de años, mientras el horizonte sobre el que se deciden las políticas de mitigación coincide frecuentemente con el ciclo político-electoral hace que sea difícil esperar resultados extraordinarios. Una acción más decisiva de nuestros gobiernos podrá ser inducida solo mediante una anticipación de los daños futuros como ciertos episodios de acontecimientos climáticos extremos que ya se registran hoy por todo el mundo, y de una creciente responsabilidad ante los problemas, orientada por resultados científicos cada vez menos inciertos y más precisos. 



El milagro inesperado


Quien todavía se ocupa de política sabe que a veces se puede producir lo imprevisto: el milagro. Esto podría haber pasado en los pasados días. O, al menos, tal vez se han puesto las premisas para el milagro parisino. Al finalizar la cumbre APEC, el presidente americano Barack Obama anunció por sorpresa (parece ser que tras unas negociaciones scretas) un acuerdo con el presidente chino Xi Jinping: los dos países reducirán sus propias emisiones de gas efecto invernadero en cerca de un tercio en las próximas dos décadas.  En particular, los USA reducirían sus emisiones entre el 26 – 28 por ciento en 2025, relativamente a los niveles del 2005 con una neta aceleración con respecto al nivel anteriormente declarado del 17 por ciento (tabla núm. 1 en http://www.lavoce.info/archives/31398/cina-usa-fulminati-dal-clima-via-pechino/). Por su parte, China “entiende” que debe empezar a reducir las emisiones en el 2030 para que “en el mejor de los casos” alcancen el pico. Incluso ha acordado aumentar la cuota de consumo de energía de fuentes no fósiles (renovables y nucleares) a cerca del 20 por ciento en 2030. Concretamente el país instalará entre 800 y 1000 gigawats añadidos de capacidad de generación eléctrica, eólica, solar y otras tecnologías de emisión cero en 2030, o sea, más que todas las instalaciones de carbón existentes hoy en aquel país.  Se trata de un anuncio que han hecho las dos mayores economías del planeta, que todavía siguen siendo los mayores consumidores de energía y los mayores emisores de gas que altera el clima [Véase la figura 2 en  http://www.lavoce.info/archives/31398/cina-usa-fulminati-dal-clima-via-pechino/] Como tales tienen una responsabilidad a la hora de contribuir a la reducción de las emisiones.  A este anuncio sigue la decisión de la Unión Europeacon su propio y nuevo target  vinculante para reducir el 40 por ciento de sus emisiones en 2030 (respecto a los niveles de 1990). Dentro de pocas semanas los expertos harán un análisis de las implicaciones de dicho anuncio, especialmente desde un punto de vista numérico.  Una primera valoración preliminar sugeriría que el acuerdo podría evitar las emisiones en cerca de 640 millardos de toneladas de carbono. La figura 1 plantea los nuevos escenarios [http://www.lavoce.info/archives/31398/cina-usa-fulminati-dal-clima-via-pechino/]. En dicho gráfico podemos ver:


1) Un escenario tendencial entre los otros muchos del último informe IPCC.  


2) Un segundo escenario en el que los USA y la Unión Europeo implementan plenamente lo que se decidió en Copenhague.  


3) Un escenario que contiene todo lo que está comprendido en los anteriores escenarios con los USA y China, dispuestos a respetar los esfuerzos anunciados.  scenario che contiene tutto quello compreso negli scenari precedenti con Stati Uniti e Cina pronti a rispettare gli impegni annunciati


La cuestión política

Queda en pie la principal cuestión política. ¿La administración Obama conseguirá respetar ese acuerdo? Hace tiempo que la Agencia para la protección ambiental propuso nuevas normas para reducir las emisiones de las centrales eléctricas existentes. Es muy poco probable que sea suficiente para obtener una disminución del 28 por ciento. ¿De dónde vendrán, pues, los recortes posteriores? 


El congreso, con mayoría republicana, espera una respuesta; es escéptico a este planteamiento del cambio climático y sólo subraya los costes económicos. De manera que no está dicho que el presidente Obama tenga todas las cartas en la mano para actuar. Por primera vez China ha fijado un límite a sus emisiones y esto es un buen resultado. 


La formulación de ese empeño no se ha definido de manera convincente, pero se mantiene una importante promesa.   Afirmar que se quiere realizar un pico para las emisiones en torno al 2030 (no en ese año sino aproximadamente sobre esa fecha) eja espacio para márgenes posteriores. Un segundo e importante objetivo es trabajar para conseguir el 20 por ciento de su energía de fuentes no fósiles en 2030.


En estas horas muchos analistas sostienen que el objetivo de China es vago y no suficientemente ambicioso; y, por lo de más, algunos modelos sugerían que las emisiones de China alcanzarían el pico en torno al año 2030.  Por otra parte, este país siempre rechazó indicar un límite para sus políticas; el hecho que ahora lo indique (aunque de manera no vinculante) representa un paso adelante. También es significativo su esfuerzo (tal vez, demasiado) es su segundo objetivo: realizar el 20 por ciento de su energía eléctrica mediante fuentes no fósiles. Es un acuerdo histórico, que sabremos leer mejor en las próximas semanas.   Pero constituye un importantísimo camino para la cita del Cop 21 en París dentro de un año. Por ahora, es necesario creer que el vaso, por una sola vez, está medio lleno.


Por la traducción, Miguel Tarrida del Mármol (Parapanda)



Últimes Notícies