FLORENTINO SÍ TIENE QUIEN LE PAGUE
Escribe Xavier Vidal-Folch en El País: «Para los problemas de Florentino, soluciones rápidas. Para los dramas de los desahuciados, justicia lenta. Exactamente así es este final de época» en Un Castor para los desahucios. Una verdad tan grande como cualquier palacio de la difunta Duquesa de Alba. Ahora bien, esa evidencia –con ser importante-- necesita un acompañamiento argumental. Pido disculpas si me atrevo a ampliar lo que ha escrito el reputado periodista.
En primer lugar, “lo” de Florentino es la constatación palmaria del vínculo entre la política obediente y los intereses del parné. Lo que comporta, en segundo lugar, su consecuencia: el traslado de importantes recursos financieros de las políticas de Estado de bienestar a lo que podríamos llamar el welfare empresarial. O, lo que es lo mismo: lo que quito a los más se lo doy a los muy pocos. Para los efectos consiguientes tanto monta monta tanto que entre esos pocos figuren gentes del casticismo hispano o del parné trasnacional. Cierto, la cosa no es nueva; ya en tiempos de antañazo, Erasmo escribió: «El afán de poseer ha llegado a un grado tal que no hay nada en la naturaleza, sea sagrado o profano, que no trate de exprimir». De manera que ello es cosa que viene de muy atrás, pero nosotros ajustamos las cuentas con las cosas de nuestro tiempo. Y en nuestros días la «política mercantilizada» está alcanzando cotas exasperantes. [Aprovecho la ocasión para recomendar la lectura del libro de Guy Standing titulado Precariado, una carta de derechos, editado recientemente por Capitán Swing, la editorial amiga. Aquí figura la expresión «política mercantilizada», que a estas aluras no necesita explicación sobre su significado]
“Lo” de Florentino, como expresión de la mercantilización de la política y de la cosa pública, es consubstancial a esa «civilización de la derecha» sobre la que ha escrito Antonio Baylos en http://baylos.blogspot.com.es/2014/11/la-civilizacion-de-la-derecha.html. Así pues, no es sólo ni principalmente que las soluciones para unos sean rápidas y lentas para otros, aunque ello tenga su miga. La cuestión está, a mi entender, en otro lugar: en que se desmantela a golpe de motosierra el welfare state para que sus enormes recursos vayan a parar a los florentinos de turno. No es, por tanto, una pejiguería por mi parte sino un problema de fondo. Más todavía, tampoco es el resultado unilateral de las «élites extractivas» sino de la amalgama entre política mercantilizada y el universo del parné. De un parné trasnacional que actúa globalmente con total desparpajo mientras hay quien se refugia, desde la acera de enfrente, en sus respectivos campanarios. Por eso, esas fuerzas aldeanas no tienen capacidad de intimidación, de intimidación democrática en ese territorio de la financiarización que destartala el Estado social. De ahí que Florentino y los suyos les hayan tomado el número.
Apostilla. Algunos se preguntarán qué pinta Carlitos Vallejoen esta historia de Florentino. Lo siguiente: el histórico dirigente sindical de CC.OO. de SEAT es el hijo de don Juan José Vallejo, presidente del Madrid durante la etapa republicana. Del Madrid, claro sin real.

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