EL PSOE Y LA CADENA PERPETUA
Aunque no la comparto, puedo entender la lógica del bipartidismo, esa técnica o estilo, ya convertido en sistema, al que se han aferrado tesoneramente así el PSOE como el Partido Popular. En todo caso, soy del parecer que ambos partidos con (lo que me parecen) sus estridentes errores están haciendo suficientes méritos para que el bipartidismo se vaya con la música a otra parte.
Puedo entender, siguiendo sin compartirlo, la deriva de los socialistas españoles hacia el Limbo. Pero lo que pasa de castaño oscuro es su cabildeo con la derecha apostólica en torno a la cadena perpetua, disfrazada o no de lagarterana para no infundir sospechas, un salto atrás en el derecho.
No quiero ser un ciezo, pero la formación que lidera Pedro Sánchez ha dado un paso atrás –y no pequeño-- en su acervo de la defensa de los derechos civiles. Lo que le ha llevado, en este caso, a una indistinción con el Partido apostólico y sus franquicias. Así las cosas, parece lógico que nos interroguemos qué tipo de renovación es esa, que nos retrotrae en tiempos de antaño. Más todavía, una cosa de tanta envergadura ¿puede decidirse entre cuatro y el cabo? Y puestos a conocer la esencia este aunto que comentamos, ¿qué han aconsejado los juristas, amigos y conocidos del PSOE, sobre el particular. ¿Y cuál ha sido su dogmática jurídica? Es más, tengo para mí que con dicho acuerdo se desentienden incluso del republicanismode Philip Pettit.
Nos preguntamos: ¿en qué beneficia a España y en qué al PSOE? Como decía el viejo calambur: entre la rosa y el clavel, su majestad escoja.

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