Ya se sienten las trompetas que anuncian, por todos lados, que vienen las elecciones de los Estados Unidos. Digo que se anuncian por todos lados porque literalmente es así. Durante las campañas presidenciales los candidatos dan recorridos por todo el país, asistiendo a mítines, canales de televisión, programas de radia, discusiones con el electorado, y toda suerte de contactos con sus posibles seguidores.

Recientemente lanzaron sus propuestas de gobierno varias figuras públicas de los Estados Unidos: el senador floridano Marco Rubio y la demócrata Hillary Clinton –muy conocida por haber sido primera dama de Bill Clinton y Secretaria de Estado de Barack Obama-.

El asunto para Rubio es complejo, pues en el partido republicado despunta una figura de peso, el hermano de George W. Bush –tristemente conocido por iniciar la guerra en el Oriente Medio luego de los sucesos del 11 de Septiembre en las Torres Gemelas- e hijo del también expresidente George Bush, Jeb Bush. Con semejante pedigrí es de suponer el calibre del ex gobernador de la Florida. El tema hasta el momento es que Jeb no se ha pronunciado al respecto. O sea, ha dicho que se lo está pensando. En temas de campañas electorales el asunto álgido es el dinero, pues las campanas son cada vez más costosas y esta promete ser, según los especialistas, la más cara de todas.

Las elecciones primarias en el partido republicano serán en marzo de 2016, así que ya veremos quién de ellos vence (ambos cuentan a su favor con gran aceptación dentro del estado de la Florida, donde han desarrollado sus carreras). O tal vez sorprenda una nueva figura, que nunca se sabe, que en política todo puede pasar.

El principal punto de divergencia entre ambos republicanos estriba en el tema migratorio, esencial para ganar electores en esta campaña presidencial. Tengamos en cuenta que Obama prometió grandes reformas a la actual Ley migratoria, y solo ha impuesto unas cuantas regulaciones, que no satisfacen a los millones de inmigrantes que viven en los Estados Unidos desde hace años y así todo no cuentan con los más elementales derechos civiles.

Bush ve la solución del asunto con la legalización de la ciudadanía. Por su lado, el joven político Rubio se decanta por la seguridad fronteriza en primer lugar.