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José Luis López Bulla ¿La Botín es una agente doble?
José Luis López Bulla


Ana Patricia Botín, hija y nieta de Botines, ha sido nombrada asesora del premier inglés David Cameron. La noticia se nos ha dado a través de todos los medios; hasta la presente no ha habido ningún comentario de urgencia. Se manera que la presidenta del Banco de Santander se sentará en el Business Advisory Group y otras celebrities  del mundo del parné para limpiar, fijar y dar esplendor a la política económica del gobierno de Su Majestad británica.


Veamos: la Botín nació en Santander; allí la sacaron de pila y un funcionario del registro local la inscribió en el Libro de Familia de su padre. De donde, sin aparente esfuerzo, sacamos la conclusión de nuestra dama es cántabra en particular y española en general. Como todos los Botines. En resumidas cuentas, el origen de estos botines es tan macizamente español como los Toros de Guisando que, según el poeta de Fuentevaqueros, están «hartos de pisar la tierra».  


Pues bien, sea paradójico o no, la doña aconsejará a un gobierno extranjero. Ahí tiene, al menos en teoría, suficiente munición para que el ala extrema del Partido Apostólico cargue, si es que tiene redaños, contra la versatilidad nacional de esta dama. Desde luego a un servidor se la trae el pairo. Pero el asunto merecería algunas consideraciones no irrelevantes.


Por ejemplo, ¿en caso de contradicción o colisión de los intereses españoles con los el de los ingleses, qué postura tomará la hija y nieta de Botines? ¿Qué pasará cuando las cosas europeas, aunque nadie sepa exactamente en qué consisten, choquen con las del Reino Unido que sí sabemos en qué consisten?  Lo que está fuera de toda duda es que ningún alto consejero puede llamarse Andana.


Cabe, en todo caso, una hipótesis: que la Botín sea un agente doble. Esto es, mitad Cameron, mitad Mariano. Pero esta es una suposición novelera, digna de los maestros Graham Green y John Le Carré.  Cierto, en el caso de que hubieran caído en ello.  Por supuesto, no descartamos la doble militancia de doña Ana Patricia. Sin embargo, en estos casos quizá valga la pena acudir a la famosa regla de la «navaja de Occam», o sea: aténganse siempre a la explicación más sencilla. Y eso haremos.


La doña no es un agente doble, ni tampoco una vendida a la pérfida Albión. Se trata de las cosas del querer, perdón, de las cosas del parné. O, si se quiere, en perfecta sintonía con el lema de los Medici: «Por Dios y los beneficios». De los grandes beneficios, no de la calderilla. De esos beneficios que sirven también para tapar bocas de politicastros y tertulianos, de gacetilleros y académicos postineros.


Lo que está fuera de duda es que la hija y nieta de Botines será diligente en todo aquello que sirva para importar a España todo lo que Antonio Baylos denuncia en http://baylos.blogspot.com.es/2015/07/la-antisindicalidad-como-programa-gran.html. Así es que estemos preparados.



Por lo demás, ¿sacará algunas vez lecciones el archipiélago de la izquierda de la global organicidad de las derechas, económicas y políticas,  manteniendo ad nauseam su personalidad de campanario y (casi siempre) a la remanguillé. 

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