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José Luis López Bulla El PSOE se desdice de la derogación de la reforma laboral
José Luis López Bulla


Homenaje a Luis Romero



El PSOE rectiifica y dice ahora que no derogará la reforma laboral: http://politica.elpais.com/politica/2015/10/15/actualidad/1444939530_983372.html «En el PSOE reconocen ahora que nunca debían haber hablado de "derogar" la reforma laboral sino de "hacer una reforma profunda", porque los tribunales están encargándose ya de enmendar severamente esa reforma del PP». Así las cosas, pido la palabra.


Es forzoso preguntar al secretario general del PSOE qué le llevó a hacer solemnemente una promesa electoral de tan gran calado como derogar la reforma laboral tras ser elegido para el cargo. Una promesa que reiteró en diversas ocasiones, aunque ciertamente hemos de señalar que no fue suficientemente acompañado por el conjunto del partido. ¿Fue un calentón de boca?  E, igualmente, es forzoso preguntarle a Sánchez las razones del si te he visto, no me acuerdo. Porque afirmar que «los tribunales se están encargando de enmendar severamente esta reforma del PP» es mucho decir. Como mínimo es una afirmación asaz exagerada y, dicho con más rigurosidad, aproximadamente fraudulenta. Es cierto, no obstante, que los tribunales, incluso en casos sonados, le han pasado la garlopa a dicha reforma. Pero Sánchez debió conocer que esas rectificaciones que iban haciendo los tribunales ya estaban presentes antes de que formulara la promesa electoral. Dicho lo cual entendemos que el PSOE nos debe una explicación.


Así las cosas, tiene sentido que nos preguntemos: ¿qué otras promesas electorales tiene previsto el PSOE dejar en suspenso, matizar o congelar? Lo decimos porque prometer y no dar trigo se está convirtiendo en un cacofónico deporte.  De donde deduzco que la promesa electoral ya no es un compromiso con la ciudadanía sino una contingencia que sólo se refiere a un momento concreto de acción política sin relación alguna con un hipotético proyecto de tal o cual partido. O lo que es lo miso: la tal promesa es sólo una parte de un discurso que, desde el púlpito o arengario, se lanza como pretendidamente válido para ese momento en que se habla, vale decir, que su formulación caduca a los cinco minutos. Lo diremos con claridad: la promesa electoral incumplida se ha convertido en una pandemia política, en una patología que hace perder consenso de masas a quienes la practican. 


Un querido amigo, sindicalista de raza y maestro de sindicalistas, me dice, más o menos, que me espere a ver en qué queda finalmente la cosa. No puedo, maestro. Porque lo que estoy haciendo es relatar hasta qué punto es políticamente negativo levantar expectativas que, a las primeras de cambio, se las lleva el viento. Por lo demás, no hace falta que te diga que tienes abiertas las páginas de Metiendo bulla para lo que estimes conveniente.



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