Joan Laporta, expresidente del Barça y exdiputado de Solidaritat Catalana en el Parlamento catalán, ha justificado hoy que la familia Pujol Ferrusola evadiese impuestos ante el "ahogo financiero" español. En declaraciones a Catalunya Ràdio, Laporta ha aseguradoque el proceso judicial contra los Pujoltiene motivaciones políticas: "A partir del momento en que dejó de ser ambiguo con el tema independentista, le caen por todos lados". "Como catalanista, hemos visto cómo nos están ahogando financieramente y nos están acribillando a impuestos", ha denunciado. Además, ha añadido, "no vemos que el pago de estos impuestos tenga un retorno a nuestro país", de manera que "hay mucha gente que optó por esto, por intentar pagar menos". Laporta ha aseverado que, como abogado, defendería a Pujol en los tribunales, porque fue una figura que "luchó por los derechos y libertades" de Cataluña y no se suma "ni de lejos" a quienes lo tildan de "ladrón" (1). Hasta aquí la gacetilla periodística.
Homenaje a Pier Paolo Pasolini
La palabra ´rábula´ está desgraciadamente en desuso. Se refiere aproximadamente a la categoría de esos abogados picapleitos de bajo estilo. Para ser más exacto el DRAE lo define así: “Abogado indocto, charlatán y vocinglero”. A partir de ahí, en el imaginario popular de antaño, se le añadía por extensión embrollón como los antiguos vendedores de crecepelo. En suma, un sujeto poco recomendable. Pongamos que hablo de ese Joan Laporta. Sí es así la cosa, ¿a qué preocuparse de este Rinconete?
Nos preocupamos del personaje porque todavía tiene un predicamento no irrelevante como lo demostró en las últimas elecciones a la presidencia del Barça, aunque fue derrotado. Y porque, en cierta medida, es un cabal exponente de una determinada forma de ser que llamamos català emprenyat. Sepan mis amigos de más allá del Ebro, que una cosa es estar justament emprenyat y otra, bien distinta, estar emprenyat a palo seco. Laporta es de estos paroxistas.
El rábula Laporta pensó que su audiencia le llevaría a los puestos más altos de la política. Tras sus irrelevantes resultados no tuvo más remedio que pasear su soledad por los pasos perdidos del Parlament. Lo que indica que la ciudadanía le había tomado el número. Y tres cuartos de lo mismo le ocurrió en las penúltimas elecciones municipales de Barcelona. El rábula no tuvo más remedio que deshacer el petate y poner rumbo a su chambao de invierno.
Sin embargo, Catalunya ràdio –que no necesita, según parece, convocar a los protagonistas de los conflictos sociales de Valeo, Seat, Solvay y otros-- convoca a nuestro rábula y le ofrece la hospitalidad que no da a los trabajadores. Lógicamente, Monipodio Laporta aprovecha la ocasión. Y declara lo que necesita decir, y tal vez lo que requiere su famoso Patio. O sea, Jordi Pujol y sus íntimos allegados no son lo que son sino unas víctimas del expolio español. Y comoquiera que luchó por las libertades democráticas –cosa cierta, faltaría más-- nos hace deducir que tiene derecho a hacer lo que le venga en gana. Un argumento similar al de Madama Pujol: el lucro cesante que le ha provocado a su marido dedicarse a la política debe y tiene que ser recompensado de alguna manera. No hace falta decir que se trata de un silogismo pervertido a más no poder; es la doctrina Ferrusola, un rabuleo de tomo y lomo.
Ahora bien, ¿a qué huele esta complicidad solidaria entre el rábula Laporta y su adulado Pujol? Yo diría, hablando en pura hipótesis, que a equiparar su situación con la del otro. Posiblemente se ha inspirado en la Pantoja cuando famosamente dijo: “Yo, lo mismo que la Infanta”, que ustedes conocen perfectamente. Siempre habrá quien se lo crea, justifique y aplauda. Con lo que la tesis de algunos que este Laporta está loco de atar no tiene fundamento. El caballerete sabe lo que hace y, sobre todo, lo que dice. Lo que tal vez no haya caído en la cuenta es que la sombra de ese árbol no da buen cobijo. Aunque, ¿quién sabe?, puede haber un gran cambalache a golpe de amnistías a cambio de que el agua soberanista no llegue al río de la independencia.