Hay quien dice que estamos ante un exceso de información. Tal vez. Ahora bien, si ello es verdad lo que hay que procurar es tener la debida información de a dónde acudir. Cuando no hay información es inútil buscar dónde encontrar aquello que interesa. Cierto, hay muchas bitácoras, pero ¿y qué? ¿Acaso hay alguien que pueda decir cuáles son las prescindibles? Allá cada cual con la capa de su sayo. Sí me encontrarán entre los que sugieren o recomiendan aquellas bitácoras con punto de vista fundamentado, las que entiendo que valen la pena tener como referencia. Ya diré más adelante a qué blog me voy a referir concretamente.
Mi primer acto cívico cotidiano, mientras tomo mi café mañanero, es la lectura de la columna del maestro Enric Juliana en La Vanguardia. Considero que el periodista de Badalona es el principal comentarista político de España. Ponderación y sutileza. Mi segundo acto de militancia cómoda es la lectura de un blog que, igualmente, se caracteriza por su templanza radical, esto es, por ir a las raíces de los problemas que describe y analiza.
Dejemos el intencionado suspense: me estoy refiriendo al blog Punto y Contrapunto: http://vamosapollas.blogspot.com.es/Que dirige Paco Rodríguez de Lecea. Que Paco sea un viejo amigo y compañero de viejas luchas democráticas es lo de menos. En mi caso, no hay «pasión de amigo». Ni siquiera hay el bienganado respeto hacia el mismo Paco. Es algo que se refiere a la utilidad que les puede proporcionar a ustedes lo que diga dicho blog.
Se trata de un blog que podríamos cualificar como interdisciplinar: sindicalismo y política, arte y literatura son sus asuntos preferentes. Paco usa un lenguaje claro y tan sencillamente elegante que provoca una sana envidia. Tanto como la de dos grandes –Manuel de Falla e Igor Stravinsky ante el famoso maestro Padilla, el autor de grandes tonadillas de los tiempos de antaño. Permitan, pues, un meandro. Se cuenta que tan afamados músicos estaban en Paris en la terraza de un café. De pronto, desde el interior les llega la música de La Violetera en la voz de Raquel Meller, hija de Tarazona. Pues bien, acabada la copla, Falla le dice a su colega: «Esta música debíamos haberla compuesta nosotros, Igor». A lo que el ruso, tirando de retranca santaferina, respondió: « Sí, pero en el caso de que hubiéramos caído en la cuenta, Manolo. Grande el maestro Padilla». Es lo mismo que me pasa cuando leo, en agradable militancia, cuando leo a Paco Rodríguez de Lecea: me hubiera gustado escribir lo que él ha dejado dicho. Ya lo saben, ahí tienen ustedes análisis de regadío.
