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José Luis López Bulla La exclusión en el debate electoral de Atresmedia
José Luis López Bulla



Atresmediano ha dado explicación alguna de por qué fueron excluidos del debate electoral una serie de dirigentes políticos. Que la empresa multimedia se acoja a su condición de empresa privada no es un argumento; es simplemente una opción interesada que tiene el mismo déficit democrático que la de los líderes que intervinieron ante las cámaras que aceptaron gustosos dicha exclusión.


¿Se puede argüir como argumento que un debate a seis o siete es un zafarrancho de intervenciones o una jaula de grillos? Este sería un razonamiento que nada tiene que ver con la política y la igualdad de opciones ante los medios de unos y otros candidatos. Tal vez lo que los managers de Atresmedia no se atreven a decir es que eso no da espectáculo. Pero entonces se estaría equiparando el debate democrático a un guiño, sólo en base a las líneas tendenciales que refieren las encuestas.


Lo dicho: esas no son razones. Si tal fueran no se explicaría que, por ejemplo, en los Estados Unidos son normales los debates televisivos a seis (o más) en los caucuses tanto de los demócratas como de los republicanos. Y nadie pone los ojos como acentos circunflejos por ello. ¿Acaso son las multimedia norteamericanas menos dadas al espectáculo que las de estos pagos? Un inciso: hemos de celebrar que la televisión del Conde de Godó no haya caído en ese juego. Hoy dará cobijo a los siete principales de las listas a las elecciones generales que se presentan por Barcelona.


Digamos, pues, que el poder tóxico y su relación con los medios prostituidos (de los que ha hablado largo y tendido José Antonio Zarzalejos) no sólo indica sino que hace y deshace todo lo que puede y quiere en algo tan serio como una campaña electoral. En resumidas cuentas, el debate del viernes fue democráticamente cojo.


Por lo demás, me importa reseñar un detalle que también ha pasado un tanto desapercibido. Cada fuerza política excluida protestaba por el ninguneo que sufría ella, sin aludir al conjunto de las formaciones que también habían sido excluidas. Con ello mostraban no sólo poca elegancia sino que eran partidarias de la exclusión, siempre y cuando no fuera el de ellas. Lo que nos retrotrae al viejo dicho de los antiguos romanos: vita mea mors tua. Que traducido tabernariamente viene a decir: tuerto yo, ciego tú. Demostrando así poca, muy poca vista.




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