Homenaje a Noah Chomsky
Presento mis credenciales (hijo y nieto de pasteleros de santaferina natío) para dirimir y sintetizar una famosa polémica entre científicos de tan gran calado como Chomsky y Skinner, dos lingüistas de alto coturno. George Steineren su libro Extraterritorial(Siruela, 2002) nos pone sobre el particular. En resumidas cuentas, la discusión fue ésta: Skinner «parecía señalar que los seres humanos adquirían y empleaban el lenguaje de manera mucho más sofisticada pero no esencialmente diferente al modo en que las ratas aprendían a salir de un laberinto». Chosmky puso el grito en el cielo y respondió de manera vehemente. De manera que, con humildad granadina, me dispongo a intervenir en el debate con la idea de buscar una síntesis constructiva (también llamada pastel) que pacifique ese bochinche dialéctico. No creo que la postura denominada «las ratas de Skinner» sea equivocada del todo. Sin embargo, su problema radica en aceptarla como un universal. Así es que proponemos la pacificación sobre la base de lo viene a continuación.
Basándonos en la teoría de la complejidad nos atrevemos a proponer lo siguiente: no hay un solo origen que explique cómo los seres humanos adquieren y emplean el lenguaje. Por ejemplo, hay determinados políticos que parecen quedar retratados en el conjunto de las ratas de Skinner. Cosa que debería reconocer Chomsky que conoce bien el paño de cómo chamullan esos políticos de matriz roedora y a los que ha combatido enérgicamente. Que no sólo hablan como las ratas sino que tienen dientes de rata, cara de rata, andares de rata y cerebro de rata. Así pues, en eso atina Skinner aunque su fallo está en extrapolar al conjunto de los políticos y resto de personas su teoría. De donde se desprende que Chomsky también erró sobre el particular al impugnar in toto la teoría de su rival.
No me pidan nombres acerca de quiénes son los hombres-rata. Pero sí podemos identificar el lenguaje de esta subespecie. Una serie de ejemplos los identificarán. Son aquellos que, en vez de hablar de “recortes”, dicen “ahorro”. También los que atribuyen a otros el “populismo” propio. Los que endosan a alguien la prepotencia que ellos mismos ejercen. Quienes definen los derechos sociales como privilegios. Son unos cuantos ejemplos del lenguaje rata de los hombres-rata de la política. Tal vez otro día hablemos de los hombres-rata del alto funcionariado eclesiástico, y en otra ocasión de los hombres--rata del tertulianado espasmódicamente incandescente.
En resumidas cuentas, caigan en estos detalles tanto Chomsky como Skinner. Haga caso el primero al segundo en lo referente al origen ratonil del lenguaje de quienes se expone en los ejemplos anteriores. Y tenga en cuenta el segundo que no se debe proponer unos universales a tontas y a locas.
