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José Luis López Bulla Reflexiones de urgencia sobre las movilizaciones francesas de ayer
José Luis López Bulla


Homenaje a François Villon, famoso bronquista de su época



Las movilizaciones francesas de ayer contra el proyecto de ley de reforma laboral son el prólogo de un conjunto de acciones de mayor voltaje si Manuel Valls no retira el texto. Hoy como antaño los trabajadores y los estudiantes están en movimiento. La red de amistades francesas de Metiendo bulla coinciden en señalar la presencia en las calles de parlamentarios y cargos públicos socialistas, departamentales y municipales, visiblemente contrariados con el gobierno de ese pez anfibio, Manuel Valls.


Este ejercicio de redacción, escrito a vuelapluma y con carácter de urgencia, versará muy brevemente en torno a las siguientes consideraciones: 1) la unidad de acción de los sindicatos entre sí y de éstos con el conjunto del estudiantado; 2) esta movilización de ayer el papel de la Confederación Europea de Sindicatos; 3) y el Partido socialista europeo.



Primer tranquillo



Por lo general las relaciones intersindicales en Francia siempre han tenido ciertas grietas. Digámoslo sin cortesía: por lo general siempre han tenido más sombras que luces. En cierta ocasión alguien dejó caer un lema de la defectuosa práctica unitaria del sindicalismo francés: «avancemos por separado y golpeemos juntos», que me dejó helado. Porque nunca encontré vínculo lógico entre esa manera de avanzar con la de golpear. Esperemos, pues, que en esta ocasión se consolide la unidad de acción de masas y se aproxime el nexo de los sindicatos entre sí. Porque en caso contrario, si los sindicatos no refuerzan, durante todo el itinerario de este proceso, la unidad de acción –caminando y golpeando--  se resquebrajará también la unidad de masas y las movilizaciones se irán convirtiendo en chispas de minorías.



Segundo tranquillo



Las sucesivas reformas laborales españolas han sido fuente de inspiración o se han plagiado por diversos gobiernos europeos. Tanto Valls, ese pez anfibio, como la ministra del Trabajo francesa han reconocido públicamente su deuda con la reforma del hombre, que fue de Pontevedra. En otros países ha sucedido tres cuartos de lo mismo. Se diría que estamos ante un Unamunoal revés. Del «que inventen ellos» a la exportación de nuestra chatarra contrarreformista a Europa.


En todo caso, sea como fuere esta chatarra recorre Europa. Ahora bien, la respuesta democrática que dimos en España, primero, y la francesa que no ha hecho más que empezar, indican que las movilizaciones europeas se están dando a salto de mata. Es más, sin ninguna relación entre sí, ni con un proyecto europeo que llevarse a la boca. Lo que expresaría –lo digo en condicional, como preguntándome si estoy en lo cierto--  una determinada incapacidad de la Confederación Europea de Sindicatos de ejercer su tarea. Que ahora es tan urgente en el caso galo como lo fue ayer en España, dado el peso de Francia en la Unión Europea.



Tercer tranquillo



Si convenimos que la chatarra contrarreformista en las cuestiones del trabajo (y en otras también) recorre Europa, ¿qué papel juega, qué dice, qué sugiere a sus ahijados nacionales el Partido Socialista Europeo? Nada sabemos sobre el particular. Cabe la hipótesis de que algún día dirá alguna cosa. Pues bien, vamos a aconsejarle que se inspire en Marx. Para no inquiertarle (al PSE) diremos que este Marx es de cuando no era marxista. Es decir, cuando tenía diecisiete años  y se examinaba de Latín. De cuando hizo un ejercicio de latín en el bachillerato.


Aquel joven de Tréveris hizo una redacción en la lengua de Virgilio, que dejó pasmado al profesorado (1). El examinador se quedó de una pieza ante la elegancia del escrito, y anotó: «Qué maravilla, pero qué caligrafía más horrorosa». De esa pieza destacamos, traducida al castellano la siguiente frase: «La retórica es innecesaria cuando sólo se valora el contenido». Esto es lo que queremos recomendar al Partido Socialista Europeo, en caso de que quiera enviarle un recado a Manuel Valls, ese pez anfibio.



(1) Wilfred Stroh. El latín ha muerto. Ediciones del subsuelo (2012)

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