Dudo entre muchos adjetivos. Que Rosa María Artal es valiente, lo está demostrando cada día… Tanto como tenaz, honesta y coherente. Ya no es noticia que ha aceptado ir de número dos en Zaragoza por Unidos-Podemos, en la lista que encabeza Pedro Arrojo. Y ni siquiera es nada nuevo que la alegría, complicidad y cariño de toda la gente que la apoya supera, en calidad y cantidad, el ruido y la rabia de los que han sacado a pasear por twitter o los diarios de las distintas cavernas, sus rencores, sus supuestos agravios (algunos añejos) y su ideología contraria a todo lo que Unidos Podemos representa.
Rosa María Artal sale de la zona de no-confort del periodismo crítico para sumarse a la ciudadanía de las diversas candidaturas (plurales y ahora unidas) de “En Común”, Mareas, Izquierda Unida, Equo y Podemos -más otras organizaciones locales que apuestan por acabar con la corrupción institucionalizada, los recambios “fake”, los neo-centralismos gritones y trasnochados que agitan soberanías sometidas (también de entrada, aunque lo nieguen) a los Tratados del lado oscuro, donde siempre perdemos y somos desposeídas y humilladas las mismas clases subalternas… Unos Tratados que en su momento coparon portadas como OTAN, y ahora se esconden como TTIP, o TISA… Por eso Rosa María Artal está en Unidos-Podemos: porque es consciente de que somos, como mínimo, el 90% de una humanidad, constante y crecientemente desposeída, pero se nos quiere obediente, ciega, sorda, tragaldabas, sin información ni derechos, y cómplice de todas las corrupciones.
Lo explicó muy bien esta semana Pablo Iglesias en Sitges ante un público de lo más adverso, (y lo reinterpreto con mis palabras): el triunfo de Podemos significa el rotundo y sesgado fracaso de las políticas neoliberales en clave democrática… Pero significa también mucho más: que la lucidez crítica ya no se autocensura ni mutila, que la magnífica rebeldía del 15-M, en buena medida, alcanza propuestas de futuro que, como diría Sampedro, no sólo son posibles sino imprescindibles. Y que compartiendo conocimientos, asumiendo en igualdad las tareas y dejando la puerta abierta a quien quiera aportar al bien común, se puede finalmente cerrar la ventana a los corruptos cuenta-billetes que nunca están satisfechos con los metros de eslora de sus yates. En un mundo en el que el conocimiento y la riqueza acumulados podrían globalizar la salud y acabar con tantas muertes evitables por sed y desnutrición, los que pretenden seguir en el timón del gobierno en España (en gran coalición abierta o vergonzante) transportan su avaricia y su miedo gracias a aeropuertos sin aviones, o surcan mares cada vez más huérfanos de peces, entre las aguas contaminadas y cada vez más mercuriadas frente a las costas de los crematorios y las mafias.
Rosa María Artal entra en liza ahora sin corazas de papel ni pantallas de ordenador, y se adentra en el ágora con la palabra en vivo. No entra en política. En política -que es nuestro hábitat compartido- lleva militando, consciente y explícitamente, desde hace mucho tiempo. Su periodismo fue, es y seguirá siendo, político, pedagógico, revelador. Sus libros lo confirman: explican cómo trabajar, pensar y sentir por un mundo habitable y más ético. Desde el primer Reacciona hasta Actúa, Rosa Maria Artal libera de nuevo su energía y demuestra que es salmón de raza donde tantos percebes pretenden seguir en la impunidad de sus arenas y sus chapapotes. Y sus artículos (excepcionales en ElDiario.es donde fue fundadora, hasta CTXT) nos lo recordaban semana tras semana. Los echaremos en falta. Pero la seguiremos en campaña, y le auguramos un gran trabajo, en común, pero también desde su propia manera de ser, ver y estar, como parlamentaria. Y lo hará con toda la gente estupenda de Unidos-Podemos desde su escaño por Zaragoza -su tierra natal- que sabe, como en todos los rincones de España, lo que Rosa María vale.
Gracias por ser tan valiente, Rosa. Y cuando te parezca que estás sola, mira a tu lado. Somos muchas, muchas más, y los tenemos rodeados. Y sigue con paso firme, de ciudadana lúcida que entiende, reacciona y actúa, cuándo es importante apostar por lo común y lo imprescindible.