Margallo no tiene quien le escriba
La reputación que se le atribuye al ministro Margallocomo persona capacitada es probablemente exagerada. Sin ir más lejos, ayer se reunieron en Berlín los responsables de Exteriores para tratar en caliente la papeleta del brexit. A nadie se le ocurrió, por lo que se ve, pensar que la presencia de Margallo podía ser de alguna utilidad, de manera que no se cursó invitación alguna para que el ministro español acudiera al encuentro. Y si alguien le invitó, Margallo no acudió. Recordemos que ayer Margallo poco tenía que hacer ya que estábamos en eso que se llama jornada de reflexión. Por lo tanto, así las cosas, nos atrevemos a decir que la susodicha reputación profesional de nuestro hombre es mera murmuración, nacida en los ambigús del Partido Apostólico.
Por otra parte, esta es otra consecuencia de la ausencia de la «cuestión europea» en la campaña electoral, injustificable en todos los partidos y muy en especial de aquellos que se han declarado europeístas, muy europeístas, requeteeuropeistas de verdad. También de este Margallo, cuya bipolaridad ha ido creciendo a lo largo de la campaña: los días pares, luciendo una aproximada cortesía de salón; los días nones, haciendo ostentación de regüeldos de secano, confundiendo a Lope de Vega en «porque, como las paga el vulgo, es justo hablarle en necio para darle gusto».
Desde luego, lo que se constata con la ausencia de Margallo en Berlín, es el nulo peso de España en los asuntos europeos: la inanidad de Mariano Rajoy y sus monaguillos, lo útil que resulta la inasistencia de Margallo y lo que ustedes quieran añadir.
Finalmente, se rumorea que el consumo de agua de litines, a medida que avanza el día, aumenta en determinados medios.

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