No dispares contra el Comité Central
(Divertimento veraniego, ma non troppo)
Jordi Ribó i Flos, un asiduo de las llamadas redes sociales, lleva tiempo escribiendo breves consejas que titula Reflexions al CC. Aunque no explica a qué Comité Central se refiere, es de cajón que alude a la guía política del pobretariado. Nuestro Ribó no perdería el tiempo si no fuera así. En todo caso, no es infrecuente que sus reflexiones estén llenas de acíbar y ausentes del protocolo necesario para corregir los descuidos que dice percibir este joven en el mencionado comité central.
La última reflexión ribotiana al CC es, como las anteriores, un llamamiento arisco a los dirigentes del pobretariado acerca de si «están o no de vacaciones». Una cierta impertinencia, diríamos nosotros, pues rompe con la enseñanza de Lafargue, el nieto pendenciero del Barbudo de Tréveris, que nos dejó tan ricamente teorizado bellas páginas sobre el derecho a la pereza.
Opino que Ribó parece excesivamente exigente. Y, como diría el tacaño de Unamuno, le pierde la estética. Por esta razón: no se puede afear a ningún comité central –y menos al de los jambríos— que esté reposando, y menos todavía en tiempos caniculares. Máxime cuando tales jambríos están de vacaciones, ya sean forzosas o bien merecidas. Yendo a lo práctico: si la militancia de tal organismo está junto a Eva María, cuando calienta el Sol allá en la playa, diga lo que diga el Sanedrín nadie tirará la toalla ni abandonará el chiringuito. Cosa que ignora el joven Ribó, siempre ahíto de militancia.
Que hay antecedentes de que el CC veranee lo indican las fotos, recientemente aparecidas en este mismo blog, do Román y Margarita en bañador se encontraban en la mar salada, allá en Normandía. Y si ellos veranearon, al menos en esa ocasión, es que era una costumbre arraigada en el CC. Que no hayamos encontrado fotos de Lenin en bañador no prueba que no veraneara.
Modérese, pues, el joven Ribó. Sepa que el camino del pobretariado es largo. Por lo que su Comité central necesita vacaciones de cuando en vez. Más todavía, que no confunda el derecho a la pereza, de lafarguiana memoria, con la vagancia estructural que comúnmente llamamos vida muelle. De ninguna manera, el Comité central –mejor dicho, los comités centrales-- están lejos de la molicie. Con ellos no reza lo de Gardel: el músculo duerme y la imaginación descansa. Sin embargo, caigo en la cuenta de que el joven Ribó aplica la vieja sentencia propedéutica de «la letra con sangre entra». Vale, caballero. Pero con modales y alegría; como quien dice: con un poquito de calisay.

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