La eterna búsqueda de un «nuevo partido»
El autor de esta foto es el maestro Joan Guerrero
Un delegado de la Asamblea de Esquerra Unida i Alternativa me confirma que uno de los temas estelares de dicho encuentro ha sido la preparación, como perspectiva, de un nuevo partido que aglutine a «toda la izquierda alternativa». Un objetivo –me dice precavidamente-- no inmediato, como ya ha fijado también Izquierda Unida. Señala mi amable comunicante que sin embargo ello no significa la desaparición «de los partidos y organizaciones que conforman la actual EUiA». Como me pide mi punto de vista sobre el particular no dudo en dárselo sin pelos en la lengua. Que es, sobre chispa más o menos, el que sigue.
Tengo la impresión que, al revés de Nietzsche, obstinado en el «eterno retorno», una parte de la izquierda se empeña en su particular eterno camino hacia una estrella que no se sabe dónde está, ni en qué galaxia se encuentra. Lo que, en sí mismo, nada tendría de particular si se tuvieran los instrumentos para iniciar la investigación. Sin embargo, lo chocante no es esa eterna caminata. Es el mantenimiento de las actuales organizaciones que componen EUiA una vez que se haya alcanzado la meta.
Pongamos, por ejemplo, que lo consiguen. ¿Qué sentido práctico tendría el mantenimiento de lo actual? Lo nuevo, así las cosas, sería una especie de matrioska rusa: una muñeca que tiene en su interior otra más pequeña y esta otra más diminuta, que a su vez ofrece su hospitalidad a otra y así sucesivamente. Tan barroca estructura haría que las Soledades de Góngora fuera de estilo románico y tan fácil de entender como el viejo Almanaque Zaragozano. O, quizá tan abstrusa, como una sintaxis, que abre un paréntesis y, dentro de este, se abriera otro y también así sucesivamente hasta que no cupiera ninguna otra palabra en ese paréntesis. Más todavía, donde cada matrioska y cada paréntesis tuvieran sus propias disciplinas y obediencias orgánicas que, en ocasiones, son incompatibles entre sí.
Mi conocido me dice que no disolver las actuales estructuras cuando se consiga la fundación del nuevo partido es una muestra de respeto a la tradición. A las raíces. Intento hacerle ver que ese es un argumento que disloca el término tradición. Es como si los organizadores de la fiesta de la tomatina de Buñol para justificar tamaño despilfarro se remontaran a una venerable tradición. Que se remonta a mediados de los años cincuenta del siglo pasado.
No consigo convencer a mi conocido; ese no era mi propósito, ni él se propone convencerme a mí. En todo caso, mi conocido se dirige al camarero con un educado ¿qué le debo, señor? Y amistosamente nos vamos cada uno a nuestros asuntos personales.

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