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José Luis López Bulla Halloween de ida y vuelta
José Luis López Bulla


Mucho se está escribiendo sobre la importación de costumbres de América del Norte. No son pocas las que, teniendo como origen  Europa, vuelven al Viejo continente de la mano de El Corte Inglés con el lema de los Medici florentinos: «Por Dios y por los beneficios». En pocas palabras, lo que se llevó gratuitamente a los Estados Unidos nos volvió en forma de parné sin que nadie dijera esta boca es mía. O lo que es casi lo mismo: a los europeos siempre nos robaron la cartera. 


Pongamos que hablo de Halloween. Lo que posiblemente no sabrá la mayoría de los lectores es que en Santa Fe, capital de la Vega del Genil, desde tiempos inmemoriales se celebra una fiesta que tiene un parecido asombroso con el halloween americano. Me apuesto lo que sea que el jálogüin santaferino nada tiene que ver con el de los americanos, ni costa en ningún lugar que fuera importado por los orgullosos habitantes de la Vega.  


Recuerdo que esa noche se organizaban autónomamente comitivas de chiquillos: unos con faroles y los más con aquellos mixtos de crujío –nada que ver con los sofisticados petardos  de nuestros días— que recorríamos Santa Fe de punta a rabo. Los faroles eran una auténtica obra de orfebrería: se cogía un melón, se le sacaba todo su interior y en la piel se dibujaba un Sol o una Luna. En el interior del melón –otros preferían una calabaza--  se colocaba una vela encendida, que se mantenía de pie. Se pegaba el meón –o la calabaza--  a un palo, y todo el mundo iba a desfilar tan desorganizadamente como podíamos, pero siempre con esmero. Un servidor iba con un melón, que me había fabricado mi padre adoptivo, el maestro Ferino Isla, posiblemente el confitero más excelso de la Vega de los tiempos pasados, presentes y esperan ver los venideros.


Parece ser que a mediados de los años cincuenta tales procesiones empezaron a decaer. De un tiempo a esta parte –me dice don Rafael Rodríguez Alconchel— que   Santa Fe ha recuperado las famosas marchas de melones y calabazas con sus velas. No me ha dicho si con mixtos de crujío o no. Él mismo les prepara a sus sobrinos tan originales faroles. No me esperaba menos.


Por lo demás, ¿sabe alguien cuándo y cómo empezó ese jolgorio santaferino? Más todavía: ¿y si en el origen americano del halloween estuviera la mano de un santaferino emigrado a los Estados Unidos en tiempos pasados?


Post scriptum.--  Me comunica el amigo AlfredoGermont que ese jálogüin santaferino tiene su origen cuando los castellanos lo trajeron de manos de Isabel y Fernando. Según tan autorizada fuente ya se celebraba en Asturias y ambas Castillas desde la alta Edad Media con una oposición fortísima de la Iglesia católica, apostólica y romana. Porque todo lo que no huela a incienso, oro y mirra es visto como sospechoso por los Altos funcionarios de la Iglesia. Alfredo Germon, sin embargo, no descarta que el halloween llegara a los Estados Unidos a través de la gran emigración de los irlandeses que huían de la Gran hambruna. Tal vez, pero entonces ¿cómo llegó a Santa Fe?


Radio Parapanda.  http://baylos.blogspot.com.es/2016/10/una-nueva-estacion-de-movilizaciones.htmlDonde Antonio Baylos analiza el nuevo proceso de movilizaciones en España.



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