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José Luis López Bulla El paganismo del Obispo de Canarias
José Luis López Bulla

Escribe El dómine Cebra


Los antiguos romanos eran menos delicados que el Obispo de Canarias. Eran capaces de aguantar la explosión de jolgorio de las saturnales durante una semana y se ponía en cuestión lo humano y lo divino. Sabían que era una forma de controlar la rabia popular para que, una vez acabada la fiesta, todo volviera por sus cauces. Gente sabia. El mitrado canario es de otra pasta. Este alto funcionario de la Iglesia católica, apostólica y romana ha declarado que lamenta más lo de las reinonas del carnaval que el accidente aéreo de Spanair en el que murieron 154 personas.  Dicho lo dicho, como manda el Libro de Estilo, Monseñor pidió perdón después de tirar la piedra que descalabró tantos sentimientos. Fue, en mi opinión, un arrepentimiento de atrición, es decir, por miedo a lo que dijera la opinión pública, y –entrando en la crematística--  supongo para que descendiera menos el peso del cepillo cuando se dicen las misas. Así pues, alguien debió decirle al Obispo: «Oiga, que bajan los ingresos de la Iglesia». 


Entiendo que se cabree el mitrado. Pero es, a todas luces, desproporcionadamente escandaloso comparar la hipotética ofensa con la pérdida de 154 vidas y con el dolor de sus familiares y allegados. Establecer una vinculación entre lo uno y lo otro es, de entrada, muy poco cristiano.  En realidad, el dolor del obispo es pagano. Porque el sufrimiento de este caballero se refiere al hipotético ultraje a unas figuras físicas, que en teoría dicen representar a la madre de Dios. Eso es paganismo, aunque se disfrace de religión para no infundir sospechas. En todo caso, entendería que el tan repetido obispo hubiera reclamado un cierto canon o tasa financiera por el hecho de usar unos derechos de autor. Tampoco hubiera sido justo pero, al menos, tendría una apariencia lógica.



¿Pagano? Pagano. Exactamente igual que la barroca exhibición de las semanas santas españolas. Paganismo, exactamente igual que el viejo conflicto entre la granadina Virgen de las Angustias y la granadinísima Virgen que venera el Realejo, La Greñúa. Paganismo como las vírgenes capitanes generales o como las vírgenes comisarias de la policía que ordenó el beato Fernández, cuando era Ministro del Interior.    

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