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José Luis López Bulla El PP en la huerta del Segura
José Luis López Bulla
En la autonomía murciana se están dando una serie de situaciones que responden casi al pie de la letra a lo que está sucediendo en todo el país. Hasta hace unos días la cosa era así: el presidente de la Región, destacado lugareño del Partido Popular, está asediado por corrupción parroquiana. En su día este personaje empeñó su palabra: si me imputan dejo el cargo. Lo dijo porque había firmado un pacto con Ciudadanos. Lo imputan, pero a continuación se saca de la chistera un conejo. Ha cambiado la legislación, y como ya no existen imputados sino investigados, afirma tonante que no le afecta su compromiso con la ciudadanía ni le es aplicable el pacto con los de Rivera.


Pues bien, todo indicaba que, así las cosas, la oposición (socialistas, riveristas y podemitas) encontrarían un mínimo común divisor para desbancar al líder lugareño. No ha sido así. Al menos de momento. Hasta cuando se escriben estas líneas. La situación es: socialistas y riveristas exhiben un desacuerdo y pugnan ostentosamente porque el resultado de sus posiciones acabe con el lugareño indemne y amarrado al duro banco del gobierno autonómico. Política de campanario, fiel reflejo de lo que ocurre a nivel general.



El dato no es la incompetencia del Partido Popular, ni tampoco su instalación en las aguas pantanosas de la corrupción. El dato es la incompetencia de la oposición y los artilugios para disfrazarla. Se podrá decir con mejores palabras, pero no más claras. En apretada conclusión, la lucha contra la corrupción es solamente un perifollo de quita y pon. Algo así como quien va con los nardos apoyaos en la cadera. En resumidas cuentas, la oposición huertana recuerda el viejo refrán de «Dios le da nueces a quien no puede roerlas». 

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