La patraña del Premio Nobel que apoya a los independentistas
Lo dijo el Padre Prior y la cofradía le creyó a machamartillo con la fe del carbonero. Así es la vieja disciplina de las religiones verdaderas. Mal irían las cosas cuando los dogmas se agrietan y comienzan las dudas. Pongamos que hablo de un tal Ahmed Gulai, de nación tunecina.
La historia de este patrañuelo es la siguiente: el tunecino viene a Barcelona a dar una conferencia y se hace pasar por premio Nobel de la Paz de 2015, las autoridades catalanas y sus masoveros le creen. Otro éxito de la ´política internacional´ del eficaz Raül Romeva. Lo sientan en un importante acto institucional en el Parlament de Catalunya, junto a las máximas autoridades, y le invitan a intervenir en la manifestación de la Díada. Es evidente que hay que aprovechar las ocasiones.
Pero llega una comunicación de Oslo, ciudad donde se concede el Premio Nobel de la Paz. Resulta que ese caballero, el tunecino, es un completo desconocido y no figura entre los galardonados con esa distinción. Bochorno. No hay ninguna rectificación por parte de las autoridades. ¿Qué sabrá Oslo de eso? El caballero tunecino desaparece del mapa y se va con la música del tocomocho a otra parte. Tal vez a conferenciar defendiendo lo contrario. Pagant, sant Pere canta.
El núcleo duro de los independentistas siempre tuvo una pasmosa facilidad para construir mitos; ahora bien, estos relatos se referían a tiempos antiguos a través de una historiografía subvencionada. Ahora, la novedad es otra: se crea la patraña de ciertas cosas que están ocurriendo ahora. Saben que los feligreses militantes lo creerán o fingirán que lo creen. Es la obediencia debida. En resumidas cuentas, se pilla antes a Raül Romeva que a un cojo.

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