CARTA ABIERTA AL DIRIGENTE DESCONOCIDO

Querido compañero, ¿me puedes decir que se está haciendo por nuestras amistades griegas? Yo, que me tengo por una persona aproximadamente informada, resulta que lo ignoro. Como no os creo insensibles al dramón griego puede que vosotros, el grupo dirigente del sindicato europeo, esté –como quien dice— dando el callo. Te pido, por lo que más quieras, que me tengas al tanto. Es más, te ruego que no hagas como algunos acostumbran: un amigo mío se dirigió a la dirección de la Central Sindical Internacional planteándole algunas cuestiones y, todavía, aguarda con santa paciencia, que yo sepa, la debida respuesta.
En todo caso, te haré saber mi punto de vista, tal vez equivocado. Sin embargo, es la provisional conclusión de quien ve –ciertamente con la comodidad de no estar en el puente de mando de la nave— que no se está a la altura de las circunstancias; ni tampoco a la altura de vuestras responsabilidades; ni, menos todavía, a la altura de nuestros intereses como trabajadores europeos, empezando por los de nuestras amistades griegas. Dispensa, pero es lo que veo.
Es más, si no estamos al tanto, la reacción de los trabajadores griegos podría entrar en una fase de aislamiento (si es que ya no lo está) precisamente por, entre otras razones, vuestra actitud silente: si es que lo es. Así las cosas, podría consolidarse en Grecia un movimiento exasperado, un callejón sin salida para los sindicatos, que se concluiría con una sonora derrota. ¿Qué diríamos, entonces? ¿Una nota de prensa muy severa?
Los trabajadores griegos temen sufrir unas condiciones impuestas y, todavía más, verse abocados no sólo a la derrota sino también a la división. Porque tampoco está descartado –como ha sucedido en otros tiempos y latitudes— que la hipotética división, si es que se da, acabe con unos efectos más dramáticos que la propia derrota. ¿Sois conscientes, querido dirigente desconocido, que una derrota del sindicalismo griego es, por extensión, de todo el sindicalismo europeo? Por eso digo que no estar a la altura de las circunstancias es ir en contra de nuestros intereses.
Es una situación paradójica: cuando más se necesita al sindicato europeo, menos sindicato existe. Ignoro que responsabilidades tienen en esta historia los sindicatos nacionales, pero vosotros no podéis obviar la vuestra. En todo caso, la que os corresponde es vuestro cien por cien, según aprendimos de Giuseppe Di Vittorio (del que te supongo cabalmente informado). Permíteme una observación: justamente cuando el sindicalismo europeo tiene más medios técnicos, más silente (me refiero a la situación griega) se ha convertido. Y cuando la situación se ha globalizado, más enrocado en el campanario aparece ante lo que sucede en Grecia. En esas condiciones me interrogo: ¿estamos ante la crisis, tal vez definitiva, de una forma sindicato y de un modelo de representación?
No me digas que me entiendes: responde a estas inquietudes y, por favor, no te contagies del carácter ágrafo de algunos dirigentes internacionales. O sea, si me quieres escribir, ya sabes mi paradero.

Font: