Aunque poco, algo ha transcendido de la conversación telefónica de ayer sábado, 22 de mayo, entre Angela Merkel y Barak Obama. Los dos preparan no sólo una estrategia común, sino que confían en poder presentar una legislación que ya haya empezado a funcionar para la próxima cumbre del G20 en Toronto, los días 26 y 27 de junio. Ya está claro que la conversación Obama-Merkel no siguió la tónica del dictado a Rodríguez Zapatero. Merkel ha demostrado que puede hablar casi de tu a tu con Obama emprendiendo en solitario reformas financieras en su país y exportables a toda la UE (y demostrando una vez más que la UE sólo existe si nadie discute las políticas económicas que Alemania impone... cuando sus exportaciones además se están beneficiando de manera privilegiada por la caída del euro frente al dólar).
La palabra de orden es la de imponer reglas más duras incluso de lo que se esperaba (por lo menos en los Estados Unidos) y que ya provocaron una caída de la Bolsa en Wall Street. La propuesta de Obama rememora la ambición de las regulaciones roosveltianas de los años treinta del pasado siglo, aunque no van acompañadas --y vale la pena observarlo-- del conjunto de medidas sociales que configuraron el New Deal.
Si aceptamos la posibilidad de que se puedan poner de nuevo riendas a la especulación financiera, el programa de Obama (y el Merkel, aunque mucho menos ambicioso) se quedan cortos pero no van mal encaminados. Significan, por lo menos de momento, un golpe importante a la "ingeniería" financiera que detonó la crisis: En palabras de Warren Buffet (que posee una de las mayores fortunas del mundo y se le conoce también como "el oráculo de Obama"), los grandes bancos se verán obligados a desprenderse de los departamentos que comercian con "armas de destrucción masiva" como son los derivados financieros. Y además, se inicia el proyecto para crear una nueva agencia de protección al consumidor, al tiempo que se facilita el desmantelamiento de las compañías cuya quiebra puede arrastrar a todo el sistema financiero.
Según informe truthout más de 850 bancos, "hedge funds", empresas, asociaciones y demás han movilizado a más de 3.000 personas para que actúen como grupos de presión lobbies en la reforma de la ley. Por ejemplo, la Cámara de Comercio de los USA utiliza en estos momentos a 85 lobistas, algunos más de lo habitual puesto que ha contratado a 45 adicionales a los que tiene normalmente en plantilla. Y también han realizado esfuerzos de contratación la "Financial Market Association" (54 lobistas), y la "American Bankers Association" (53), etc. En los servicios financieros, 175 empresas entre las que destaca el nombre de Goldman Sachs, (¿les suena?) también cabildean para debilitar o eliminar las propuestas de reforma... Pero no se quedan demasiado atrás grupos puramente industriales como el sector energético...
Se estima que todas estas compañías y grupos ya han gastado un total de 1.300 millones de dólares en sus lobbies desde que empezaron los rumores de regulación en el 2009, hasta la actualidad, y aunque es difícil saber la cuantía exacta destinada a defender sus intereses en la regulación financiera, las cantidades empleadas para defender los intereses de Wall Street se consideran un auténtico tsunami sobre el Capitolio.
Pero el capital financiero no sólo se defiende cabildeando. Según informaba la agencia Reuters, el endurecimiento de las reglas financieras a un lado y otro del Atlántico ha pesado mucho en los últimos movimientos en los mercados. El pasado martes, la decisión de Angela Merkel de prohibir algunos derivados y las ventas a corto sin que el especulador posea los títulos, desató una ola de caídas bursátiles y nuevos ataques contra el euro.
Ha empezado un movimiento reformista (y su contrareforma) en ambos lados del Atlántico y habrá que seguir sus progresos y las embestidas de los diferentes grupos de presión, porque de ello depende el trabajo (y el futuro) de millones de personas. Por lo que a Europa se refiere, el decisivo liderazgo de Alemania lo ratificó hace pocas horas, nuevamente, su ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, al proponer y conseguir que "los países que no aplican las recomendaciones comunes para reducir el déficit se vean privados de los fondos (de rescate) europeos"... incluso hasta la privación del voto en el Consejo de Ministros de la UE.
A un lado del Atlántico, un poder económico descomunal de los lobbies interfiere en la discusión política de la regulación financiera. En la UE, se sanciona la retirada del derecho a voto a los países "díscolos"... Se emprende, o refuerza, o desvela finalmente, un camino bastante tortuoso en la perversión de las mismas normas formales de cualquier democracia formal.
Y todavía habrá más sorpresas hasta la cumbre del G-20 en Toronto.