ALEXIS DE TOCQUEVILLE Y EL OBJETO COTIDIANO DE LA FATIGA

Quizás pueda parecer chocante, pero uno de los intelectuales que, ya en los albores de la revolución industrial, escribiera lúcidamente sobre los efectos de la salud en el centro de trabajo fuera Alexis de Tocqueville. Sí, en efecto, el autor de “La democracia en América”, un hombre nacido en una familia ultramonárquica que se libró por los pelos de la guillotina cuando la Revolución francesa. Pues bien, este caballero vino a decir lo siguiente: las consecuencias del "tormento psico-físico" que nacen en el centro de trabajo no acaban cuando la gente termina su jornada laboral diaria, sino que en una u otra medida "acompaña" a la persona en su tiempo extralaboral. Tocqueville le llamó, ya en aquellos tiempos, el "objeto cotidiano de la fatiga". De aquí, de esta persona tan moderada, saqué una conclusión hace años: la insalubridad del centro de trabajo no se para en las cancelas de la fábrica sino que sigue a la persona en todas sus relaciones personales en su casa, en el barrio y todas las actividades convivenciales.
Así ocurrió en el caso France Télécom. Y tres cuartos de lo mismo sucedió en Uralita. Los reportajes que ayer y hoy publica El País lo evidencian claramente. Mi primera conclusión es: en la responsabilidad que me corresponde debo decir que no estuve acertado defendiendo, en mis primeros tiempos de sindicalista, la práctica de que “quien contamina, paga”, ni fue perspicaz aceptando como solución la teoría de los “resarcimientos” en forma de pluses. No me vale la excusa de que aquello me lo encontré hecho. Más todavía, no caí en que, si bien los trabajadores –pongamos que sigo hablando de Uralita--, podían resarcirse monetariamente (aunque de manera muy precaria) de la insalubridad del amianto, el resto de la población, que no tenía arte ni parte en aquello, también estaba afectada sin que, ni siquiera, fuera objeto de resarcimiento. En lo que se refiere a un servidor, este es un garbanzo negro que he dejado a las generaciones que me siguieron. En definitiva, la mala herencia de combatir el “abuso” (y no el “uso”) a base de pluses resarcidores. Que el resto de mis comilitones sindicalistas de antaño no lo vean de esa manera, no cambia las cosas.
Naturalmente, estoy dispuesto a admitir que la mayor responsabilidad fue de las direcciones de las empresas. Pero “la parte” que me corresponde a mí es “mi” cien por cien. Así pues, reconocido el pecado original, sólo me queda sugerir: no volváis a las andadas; estudiad a fondo los casos de France Télécom y Uralita. Y también: no echéis en saco roto todo lo que nos sugiere ISTAS que saben un rato largo de todas estas cosas.
Radio Parapanda. RADICALIDAD JURÍDICA Y EMANCIPACIÓN SOCIAL: UNA PROPUESTA DEL OBSERVATORIO DE DERECHO SOCIAL (CTA) DE ARGENTINA.
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