Pues estuvo muy bien, y aplaudo a Trinidad Jiménez, porque con ello frustró también las ansias de imponer sus fijaciones anti-sociales a Marina Geli. Aunque naturalmente no pienso que sea una victoria definitiva, ni mucho menos, ayer, en el Consejo Interterritorial de Salud los consejeros y consejeras de cada una de las CC.AA, responsables de la sanidad en sus respectivos territorios no debatieron el flamante Informe Vilardell y sus propuestas de copago, sino lo que propuso la ministra: maneras y medidas para poner coto a la obesidad infantil, lo cual es de hecho un tema especialmente oportuno pot sus implicaciones en la venta de chuches y bollería industrial en los centros educativos antes del inicio del próximo curso:
En base a lo que se discutió en el Consejo, seguramente todo el mundo estará de acuerdo (incluso la Ministra) que la venta y consumo en colegios e institutos de estos supuestos alimentos y bebidas azucaradas sólo es una parte del problema... pero poner coto a su libre distribución donde los niños y niñas los tienen tan a mano implica también poner coto a la todopoderosa industria de la alimentación que, en las últimas décadas, no sólo se ha concentrado en pocas manos, sino que ha degradado considerablemente la calidad de su oferta.
La obesidad es mucho más que una anécdota: es un problema de salud real de la globalización y de nuestra incivilizada civilización. Y para darse cuenta, vean el siguiente mapa de la OMS, del año 2005:
Baste decir que en la actualidad --como explica el profesor Joan Benach de forma muy pedagógica-- en el mundo viven entre 900/1.000 millones de personas que padecen hambre, pero el número de las que padecen obesidad, por primera vez, se estima mucho mayor, entre unos 1.200/1.300 millones. Con una circunstancia especialmente paradójica, que añade más dramatismo a la enfermedad: En los países ricos, los obesos son los pobres cuando en los países pobres, los obesos son los ricos.
Es evidente que para poner diques a esta penosa situación deben cambiar hábitos de vida, fomentar en niños y niñas deportes de equipo y más actividades en lugar de encerrarse con la Play o frente al televisor. Pero también es cierto que buena parte del origen del problema puede partir de los modelos alimentarios que imponen las grandes multinacionales del sector... Y, en este sentido, Trinidad Jiménez ha dado un paso en la dirección correcta.
Abordar cuanto antes el problema de la obesidad infantil implica, además, poner en práctica políticas de prevención de la salud, seguramente las mejores pero las que reciben menor parte de los presupuestos de sanidad. Y en este caso valía doblemente la pena porque no sólo en la actualidad un 15% de los niños y niñas de España presentan síntomas preocupantes de sobrepeso o más, sino que las complicaciones que se pueden ir generando (y de-generando) con el paso de los años si se mantienen los malos hábitos, pueden acabar representando, en muy poco tiempo, un problema sanitario de primer orden... (por no hablar del drama personal que significa).