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José Luis López Bulla DE LA ÉTICA CALVINISTA. Una reflexión inane
José Luis López Bulla

Algunos medios confirman hoy que los gastos del matrimonio de la niña de los Clinton (de los Clinton de toda la vida) superan los tres millones de euros. La chavala se llama Chelsea, un extraño gentipatronímico un tanto chorra, aunque en estos pagos suena tan aparente como en América del Norte puede parecer que uno de aquí le ponga a su hija Tarragona, en vez del eufóricamente cañí MARIA DE LA O.


La noticia se amplía con un desglose de los gastos del casamiento. De una parte el glamour: 200.000 dólares a la seguridad de los variopintos personajes invitados; 600.000 a la carpa para que no les diera el sol; 500.000 en flores, seguramente con la intención de perfumar el ambiente y 20.000 para el vestido de la novia. De otra parte, 15.000 dólares para algo tan imprescindible en tales eventos como la instalación de mingitorios portátiles, que aparentemente parece chocar con el resto de la glamourosa factura; no estamos de acuerdo: la vejiga y la próstata de los invitados merecen su adecuada atención, aunque poetas y cantautores no hayan caído en ese detalle. Por lo demás, no resulta tan cara esa instalación: suponiendo que los mil invitados fueran a aliviarse tres veces, el ratio de unidad de uso se concretaría en 5 euros. Eso sin contar el pis mazizo (pongamos un uso moderado), que abarataría los costes por unidad de servicio.


Aquí, de todas formas, lo que importa es la rendición de cuentas que los Clinton (de los Clinton de toda la vida) han hecho públicas en una cierta aproximación a don Juan Calvino. Lo que contrasta abiertamente con el bodorrio de la niña de Aznar. A estas alturas, nadie sabe qué debe dicho personaje al Bigotes ni qué adeuda este Bigotes al Estado. Por ejemplo, en el apartado “seguridad”. Una boda, aparentemente por todo lo alto, pero ninguna reseña dio cuenta de la instalación de mingitorios portátiles. No me cabe la menor duda: los problemas vienen de la derrota de los calvinistas españoles (y asociados) a cargo de las flamígeras invectivas del Concilio de Trento.




Radio Parapanda. Tiene la palabra Carlos Mejía: Ministerio de Trabajo: arbitrariedad pura y dura.

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