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José Luis López Bulla HOMENAJE A BRUNO TRENTIN (2)
José Luis López Bulla


COLOQUIO DE BRUNO TRENTIN CON JOVENES ESTUDIANTES DEL INSTITUTO SÓCRATES (Roma)



Traducción. José Luis López Bulla




Trentin.- Me llamo Bruno Trentin. He trabajado toda mi vida en el sindicato. Gracias a ello he tenido la posibilidad de participar en innumerables luchas contra la injusticia, no sólo en Italia sino en todo el mundo a través de mi relación con los sindicatos europeos y los del llamado Tercer Mundo. Quizás por eso tengo algo que decir en este coloquio sobre lo Justo y lo Injusto. Pero antes de empezar nuestra conversación, vamos a ver este pequeño reportaje que nos han preparado los organizadores de este encuentro.




Una muchacha. Buenos días. El filósofo Paul Ricoeur habla de propiedad privada y de una justicia que no considera la igualdad de todos los ciudadanos. Pero que, digamos, está en relación a cuánto se tiene y a lo que se es en la sociedad. Querría saber cuál es el límite entre justicia, digamos “proporcional” (entre comillas, ¿eh?) y justicia social.


Trentin. Bien. En el origen de la injusticia --que surge de una diferente distribución de la propiedad-- encontraremos siempre un problema de poder y de libertad. Por otra parte, la propiedad no nació mediante un contrato social o a través de un acuerdo. Surgió cuando los primeros se apropiaron de ella. Así es que el sistema de la propiedad tuvo desde sus orígenes una relación de autoridad: entre quienes detentaban el poder y sus instrumentos (por ejemplo, las armas) y los que estaban excluidos. Sin estas relaciones entre los que tienen el poder y los de abajo, los sistemas sociales, basados en la injusticia, no habrían podido convertirse en estas formas intolerables. Por eso, yo insisto mucho en ese elemento. En el origen de las desigualdades más horribles siempre ha habido un problema: la negación de la libertad a las personas que han sido excluidas del reparto de los recursos. Y ello ha sido muchas veces mediante el uso de la fuerza, negándoseles el derecho a la palabra, a organizarse y a asociarse, como formas de hacer valer las razones propias.


Muchacha. Digamos, entonces, que, mientras tanto, la diferencia social está de justificada de alguna manera. Es decir, en el sentido de ser una consecuencia, pero al mismo tiempo las diferencias sociales determinan la injusticia. ¿Es eso?


Trentin. La injusticia social viene siempre --cuando resulta intolerable y se convierte en permanente-- de la limitación de los derechos de las personas excluidas. Esta es la cuestión esencial. Sin estas limitaciones, con la fuerza, con las leyes a menudo equivocadas y, por tanto, injustas y sin estas limitaciones, no existirían en el mundo estas enormes desigualdades.


Muchacho. ¿Pero usted no cree que establecer a toda costa una igualdad entre todos los hombres --que efectivamente no existe-- pueda limitar, sin embargo, la libertad de los hombres?


Trentin. ¡Eh! El problema no está en construir una igualdad en el sentido de que todos tengan la misma renta o las mismas condiciones de vida. Ello es el resultado de capacidades diferentes y profesiones distintas. Y es justo que sean reconocidas estas diversidades. El problema no consiste en restablecer continuamente ¿cómo lo diría? una igualdad a pesar de la renta, sino en asegurar a todos los misma oportunidad de expresarse, de auto-realizarse y de acceso al conocimiento.
Explicaré dos ejemplos. Uno es el de los brioches en Francia, que son algo parecidos a los cruasanes; justo en el inicio de la Revolución francesa se hicieron las primeras manifestaciones del pueblo ante el Palacio de Versalles; la gente gritaba ¡pan!, pero exigiendo pan, estaba pidiendo los derechos de libertad, a no ser vejado, a no ser tratado injustamente y, así pues, disponer de las mínimas posibilidades de vida. La Reina de Francia respondió: “Bah, ¿qué piden esos? ¿Pan? Que les den brioches”. Toda una frase simbólica. El otro ejemplo es el de las ataduras. Como esa gente pedía pan, lo que realmente exigía era la posibilidad de hacer sentir su propia voz, de existir, de tener su propio peso… Y de allí nació… de aquellos movimientos nació la Revolución francesa. Eran las ataduras las que impedían que se tuviera pan. Esto lo encontramos, también hoy, en todas las partes del mundo.
Allá donde existe mayor miseria e injusticia, nos encontramos con la negación de la libertad. Libertad no es sólo poder pasear por la calle sin que intervenga la policía. La libertad es tener los mínimos instrumentos para poder conocer, estudiar y expresarse. La libertad quiere decir, hoy, poder usar el ordenador y superar el riesgo de un nuevo analfabetismo. La libertad es una gran batalla, muy difícil… pero es la batalla decisiva. Y no se puede contestar ahora con aquello de “que les den brioches”. Aunque hoy responderían: “Que les den una indemnización”. Pero esto no resuelve el problema de fondo.


Una joven. Disculpe, ¿dar las mismas oportunidades “de salida” no querría decir ofrecer unos dineros a quienes no lo tienen para poder crear una situación de igualdad, dando a todos la oportunidad de emerger? Pero, en la práctica ¿qué quiere decir eso, visto que ahora existe la desigualdad de hecho?


Trentin. Bien, no quiere decir dar dineros a todos de manera igual. Quiere decir en algunos casos, también, dar medios materiales, Porque es justo que así sea allá donde hay un problema de supervivencia; ya que donde no hay oportunidades posibles, uno se muere de hambre. En algunos casos sucede, pero sobre todo quiere decir que se ofrezca a todos los servicios que la comunidad tiene el deber de dar. Por ejemplo, la primera cosa es la información. Yo aconsejo el libro La libertad individual como esfuerzo social, de Amartya Sun. Este señor es profesor de universidades inglesas y americanas. En dicho libro se citan los casos más estridentes de carestía, tanto en India como en la China. Faltaban los sistemas de comunicación. Y en muchas ocasiones faltaban porque había un régimen opresivo que impedía que se conociera la existencia de una carestía en una zona concreta. Vamos, que habían inmensos recursos alimentarios a cincuenta kilómetros de donde la gente se moría de hambre.
Hoy existe una separación en el mundo entre la gente que todavía es analfabeta y la que usa el ordenador. Ello quiere decir que quien sigue siendo analfabeto tiene un…, tiene un hándicap insuperable para poder realizarse personalmente, porque no ha tenido los medios “de partida” ni las mismas oportunidades desde niño, mientras que en otros países dialogan a través de internet. Esto es una injusticia mucho más grande que calcular en dinero la diferencia de rentas entre unos y otros. Porque cuando a una persona se le niega estos medios elementales, no tiene ninguna posibilidad de auto-realizarse y de salir de su estado de miseria. Y lo mismo vale para los derechos fundamentales de las personas que están represaliadas en aquellos países donde existe mayor miseria. Los derechos de asociación y de expresión, de palabra y de huelga --negados en no pocos lugares-- son los primeros medios esenciales para poder expresarse y combatir la injusticia.
Como decía al principio, están las relaciones de propiedad, hay diversas fuentes de riqueza. Pero siempre en el origen hay una relación de poder: de ahí que acaparo determinados recursos y te impido que hagas valer tus derechos. La primera batalla contra la injusticia no es garantizar a todos la felicidad, sino iguales derechos para conseguir lo que cada cual entiende que es su idea de felicidad. Cada cual tiene su propia idea de qué entiende por felicidad, pero debemos tener los mismos derechos para poder perseguirla.


Una joven. Vale… pero ¿qué debemos hacer para llenar esas lagunas? Me refiero en términos prácticos a qué debemos hacer en una situación cuyo desnivel está presente para dar una oportunidad a quien está completamente excluido de la sociedad aquí entre nosotros. Porque no hay necesidad de ir a la India… Aquí --donde están garantizadas las libertades fundamentales-- hay individuos completamente marginados…


Trentin. Pero no se trata de nivelar; siempre insisto en ello.


La misma joven. ¿Pero de dónde se parte?


Trentin. No. Se trata de saber de qué manera se reconstruye la igualdad de oportunidades. Aunque si una persona tiene hambre no hay más remedio que ayudarla, no tengo dudas sobre ello. Si uno tiene hambre, evidentemente no tiene deseo de estudiar y conocer.
Y esto ¿que tiene que ver con nuestro país? Quiere decir que es necesario invertir en la enseñanza y en la formación. Es decir, que se deben poner los recursos para permitir a la gente el acceso a un empleo, al trabajo que ofrece unas posibilidades de auto-realización. Yo no tengo nada contra los chavales que, al principio, van a trabajar a un Mac Donald, siempre y cuando esta sea una etapa que pueda ayudarle a ir adelante en la vida y pueda hacer un trabajo que le proporcione una cierta auto-realización.
Entonces… esto quiere decir que hay que dar la posibilidad (no sólo a los jóvenes) de estudiar; de estudiar, prepararse y ponerse al día durante toda la vida. De modo que concentrar los recursos de un país en esta dirección es ya una opción política muy, pero que muy importante. Y conviene garantizar de verdad la igualdad de derechos: el derecho al trabajo. Si no existe igualdad de oportunidades, la cosa se convierte en una tomadura de pelo. Haya que ver la cantidad de veces que nos encontramos con que, para ocupar un puesto en la administración pública, en una industria privada o en la actividad comercial, existen pocas ofertas de empleo que, finalmente, son cubiertas mediante “enchufe” u otras formas de nepotismo. Y también son los padres los que intentan colocar a sus hijos en la misma empresa, excluyendo a otro chaval que tiene los mismos derechos de partida. Así pues, en el acceso al trabajo hay grandes desigualdades que se derivan de una violación de la igualdad de derechos.
De la misma forma, la gran desigualdad de este siglo (de este fin de siglo y del futuro) está --no me importa repetirlo-- en el divorcio entre quien puede estar informado y quien no; entre quien tiene el conocimiento y puede dialogar por internet y quien, sin embargo, no sabe todavía leer ni escribir. De modo que invertir en esa dirección es fundamental para garantizar a todos la posibilidad de hablar y expresarse, de tener voz propia. O sea, lo que es fundamental para ser un ciudadano activo.




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http://baticola.blogspot.com/2006/06/bruno-trentin-con-los-estudiantes-del.html


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