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José Luis López Bulla TEMAS PALPITANTES
José Luis López Bulla


Las circunstancias de la vida me han llevado de la costa alto ampurdanesa, tradicional centro de las vacaciones familiares, a pasar una semana en las “terres de ponent”, allá en donde la llanura agrícola se hace expresión política. La circunstancia se la debo a los incidentes del envejecimiento familiar y a la rara aplicación del gasto (y de las infraestructuras) para los ancianos de este desorientado gobierno federal.


Así las cosas y por el aditamento del excesivo calor agosteño en el interior del país, que impide la más exigua movilidad hasta pasadas las ocho de la tarde, no queda más remedio que librarse a la piscina, al televisor (ayer fue “El hombre tranquilo” de John Ford), a la lectura apaciguada de una novela negra y cuando el Sr. Moviestar lo permite (no muy a menudo que digamos) a la conexión digital con el exterior. Por ello hay largas horas en el rigor de la temperatura para conversar en, por ejemplo, la huelga general con los lugareños. Comoquiera que tienen fama acrisolada de gente razonable, pregunté por la “gestión” que haría el sindicalismo tras el desarrollo de la acción. Sobre chispa más o menos, está fue la respuetsta.




En efecto en el esquema de actuación del sindicalismo confederal hay una "hoja de ruta" para después de la huelga general, pero la ruta puede ser diferente en función de la contundencia de la respuesta a través de la huelga y la reacción del gobierno a la misma. El esquema se complica además con el derrumbe progresivo de la legitimación personal de quienes dirigen la patronal y la distancia entre los que dan las órdenes y los que dicen que las dan en materia económica social. Por eso toda la fuerza se sitúa en lograr una respuesta extensa entre la ciudadanía, cosa nada fácil de lograr como bien sabes, por el hecho indudable de que es un gobierno con tantos amigos dentro y por el miedo al lobo feroz que asoma sus fauces implacables sin ni siquiera tener que correr para hacerse con la presa. El "slogan" de la huelga "Asi No" permite entender muy bien ese matiz de la medida propuesta; hay un modo de hacer las reformas y un contenido de las mismas que él sindicalismo tiene claro y ha expresado antes de la confrontación en la que se juega - nos jugamos - el reconocimiento social de nuestra función insititucional.


Cambiando de tercio.


A las puertas del último trimestre hay demasiadas cosas importantes que el ejecutivo quiere aplicar, como para no hacerse oír. Unas como tramitación lenta de lo ya decidido, como los derechos laborales, otras como formulación del nuevo pensamiento socialista, la reforma de las pensiones, los derechos sociales, la jubilación de los trabajadores y otras pocas más. El adorno será tal vez una mini reforma fiscal que dé una inútil pátina reformista a la contrarreforma en curso.


Ayer mismo, la ministra de nuestra (¿)economía anunció en rueda de prensa la política económica del gobierno federal para el próximo año. Como era de esperar el objetivo es la reducción del gasto, que llegará a los niveles del 2006, con afectación al gasto social y a la inversión en infraestructuras. Una política ya conocida y aupada al escalón de lo indiscutible por esas fuerzas económicas e ideológicas que no supieron prever la crisis y, ahora, tampoco saben (por que no quieren o no les interesa) entender cual es el modelo de crecimiento necesario. Para mí que aprovechan la durísima crisis para volver a un modelo social, económico y político previo a los pactos sociales de la post guerra mundial. Derechos fuera, cada uno que se espabile.


En otro orden de cosas, la reflexión post siesta es inevitable que derive hacia el entorno en el que me hallo. A dos kilómetros aparece el canal Segarra-Garrigues en plena ejecución. Agua para la producción agrícola. Aunque sin saber qué tipo de producción, ni hacia qué mercados y ni a qué precios (o costes). Es decir, una gran infraestructura pensada hace 70 años o más para un entorno social y económico que nada tiene que ver con aquel entonces. El asunto, visto desde la valla protectora, no es nimio. Simplemente la herida territorial es de dimensiones faraónicas. El coste enorme.


De hecho estoy en el punto neurálgico de la lucha entre medio natural y agua para regar una producción subvencionada. Desde este punto se habilitaban varios autocares para asistir a las manifestaciones contra las normas ambientales europeas. Hoy, pasados dos o tres años, no se habilita ni un taxi. El motivo es la base de casi todas las cosas. Se ha establecido el precio del agua y los criterios para acceder a los créditos que los productores deben asumir para pagar la obra. La realidad ha aparecido y ha arramblado con el mito del regadío sin analizar costes. Aunque la obra sigue y nadie sabe como va a terminar, si termina, el asunto. En medio, las opciones que vinculan producción agraria y medio natural, que apuestan por la producción autóctona de calidad, siguen predicando en el desierto.


En estos pueblos que han pasado de tres mil almas a trescientas en cincuenta años, habitan diversos monstruos políticos, mantenidos y alimentados por una derecha en otra hora franquista y ahora… Estos mitos nos relatan un país rural esencial y una necesidad de mantener una producción que sin las subvenciones europeas no seria posible. La opción de la modernización real de la producción agrícola y su asociación con la transformación industrial de los alimentos se hace sin que su verdadero peso acabe con el mundo del mito. Hoy la agricultura y la industria de la alimentación son el gran componente de la estrategia económica para estas comarcas y para el mundo rural, si quiere y puede realmente, permanecer. Al margen de subvenciones y de precios regulados, que, en todo caso, deben volver a ser estrategias al servicio de un objetivo racional. Lo otro, la producción familiar a-tecnologica, al margen de la evolución de los mercados y de las necesidades ya no cuenta, aunque cueste. Por ejemplo el coste del canal.


En fin, dicho esto voy a comprar sandias a can Vidalet. Hechas a mano y garantizadas.



Lluis Casas desde la Terra Ferma

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