Cuenta hoy Público que a los cien años de su muerte Miguel Hernández ha vuelto a encontrarse con el pueblo. Su voz y su palabra pasará de las calles al Senado con José María Pou, Nuria Espert y Juan Diego Botto, aunque quienes han llenado de las poesías de Miguel Hernández escuelas, calles y plazas ha sido, hasta ahora, el pueblo llano, lúcido y consciente: muchas mas asociaciones de vecinos y organizaciones populares que instituciones han hecho que no cesaran los deslumbrantes rayos de poesía de Miguel Hernández, aunque hoy mismo, en el Instituto Cervantes de Madrid se celebra un homenaje en el que participará el escritor y militante comunista Marcos Ana, de 90 años (de los cuales 23 se los pasó en la cárcel donde conoció a Hernández) con Pilar Bardem, Charo López o Luis Eduardo Aute . Y precisamente Marcos Ana ha hecho saber que espera que cuando las 12 horas del homenaje institucional acaben en el Instituto Cervantes, llegue la hora de la única reparación moral posible: la anulación de la sentencia a Miguel Hernandez dictada "por un tribunal ilegal".
Estas palabras vuelven una y otra vez en las historias de las personas que han vivido en estos últimos cien años de la historia de España: Cárcel, tribunales ilegales, represión... Pero hoy las repetimos con Marcos Ana sobre un fondo personal de honestidad incorruptible de dos hombres que no nacieron para ser carne de yugo, ni nunca lo fueron... Se cumple un centenario del nacimiento de Miguel Hernandez cuando hace apenas 24 horas que nos dejó Marcelino Camacho. Creo que a pesar de las circunstancias tan diversas de su biografía --y sobre todo la temprana muerte del poeta-- estos dos hombres tienen mucho en común: no sólo supieron forjar su pensamiento, su utopía y su lucha en sus raíces de trabajadores y pueblo llano, orgulloso de serlo, sino que consiguieron, en algún momento del reloj, que los vientos del pueblo soplaran hacia horizones que nos hacían mejores. Y eran los vientos rojos de la igualdad y el compromiso con sus iguales.
No creo ni en otras vidas ni en reencarnaciones, pero no me cuesta imaginar que en ese 30 de octubre, cuando conmemoramos nacimiento de poeta-persona comunista y muerte de sindicalista-persona comunista, también para Marcelino Camacho escribiera Miguel Hernández estos versos:
"A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero."