Ayer hablé con una amiga sobre la campaña de difamación que se está montando, como una gran bola de detritus, sobre Wikileaks y las personas que lo forman. Aparte de las calumnias personales, una de las cantinelas ahora más repetidas es que Wikileaks "dice muchas cosas sin substancia"... y se quiere presentar como una especie de "salsa rosa" de temas políticos... se resume de modo acertado en esta entrada de Non Serviam.
Pues no me parece a mí que lo filtrado por Wikileaks sea insubstancial. Y vayan dos ejemplos al respecto. La cara que se le pone a Hillary Clinton cada vez que alguien le menciona el tema, y las duras represalias que debe sufrir el soldado Bradley Manning y de las que hablaba ayer.
Pero quiero seguir con filtraciones de Wikileaks en relación a un tema que creo nos interesa a todos de manera especial, porque demuestra hasta qué punto Monsanto es un poder real que determina las políticas de los Estados Unidos que a su vez se quieren imponer en el mundo. Recuerden que hace poco ya hablé sobre los transgénicos y la hpocresía del Parlament de Catalunya. Bueno, pues John Vidal, editor de medio ambiente de The Gardian, comenta en base a un cable de Wikileaks que la embajada de EE.UU. en París quería castigar a la UE después de que Francia prohibiera, a finales del 2007, una variedad de maíz transgénico de Monsanto. Al parecer, la embajada USA en París llegó incluso a proponer el inicio de una guerra comercial contra cualquier país de la Unión Europea que se opusiera al maíz genéticamente modificado de Monsanto. Craig Stapleton, amigo y socio del ex presidente de EE.UU., George Bush, también pidió a Washington que se sancionara la UE y en particular los países que no apoyen el uso de los cultivos transgénicos.
El equipo de la embajada de París recomiendó hacer una “lista negra” (cuantos recuerdos, ¿verdad?) que calibrara la responsabilidad de cada país; aunque también se castigara a la UE en su conjunto puesto que se trataba, en su opinión de una responsabilidad colectiva.
Sin embargo, lo mejor son los cables referidos al Vaticano que afirman que "el Papa es ampliamente favorable de los cultivos después de la presión sostenida de los altos asesores Santa Sede", aunque lamentan que Ratzinger no haya hecho público todavía su apoyo. Al parecer, la culpa es de obispos católicos en los países en desarrollo que se han opuesto vehementemente a los cultivos transgénicos que van en detrimento real del campesinado de los países donde ejercen. En los cables se recomienda hacer nuevamente una presión especial a los asesores del Papa, ya que "el Vaticano, a su vez, puede influir en un amplio segmento de la población en Europa y del mundo en desarrollo", afirma otro cable de Wikileaks.... Porque el Papa puede estar en contra de los bebés "probeta", pero totalmente a favor de los productos genéticamente manipulados de incierta repercusión sobre la salud de las personas, pero indudable beneficio economómico para la poderosa industria Monsanto.
Que la presión surtió efecto da noticia que en mayo del 2009 se celebró una reunión en la Academia Científica del Vaticano en la que participaron científicos de todo el mundo con el propósito de desarrollar una campaña de apoyo a los alimentos modificados genéticamente.
De otros cables también se desprende que España y los EE.UU. han trabajado en estrecha colaboración para persuadir a la UE para no endurecer las leyes sobre biotecnología. Los cables revelan que no sólo el gobierno español pide a los EE.UU. que mantenga la presión sobre Bruselas, sino que los EE.UU. sabían de antemano cómo votaría España, incluso antes de que hubiera informado la comisión de biotecnología española. En uno de ellos la embajada en Madrid, advertía: "Si España cae, el resto de Europa seguirá" unas palabras que parecen tan dramáticamente definitivas como las de ¡Santiago, y cierra España!... pero en versión productos agrícolas genéticamente modificados made by Monsanto.
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Un post clarificador sobre el tema es "La Iglesia católica defiende el uso de los alimentos transgénicos publicado en Gastronomía&Cía en abril del 2010, antes de que Wikileaks revelara las presiones ocultas de Washington y Monsanto.